• Un único Dios ISBN 9789873324383, y El observador ISBN 9789873324376
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El genesis y la ciencia

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La biblia y el pueblo elegido

Las Tablas de la Ley


«Después de hablar con Moisés en el monte Sinaí, le dio las dos tablas del Testimonio, tablas de piedra, escritas por el dedo de Dios.

Cuando el pueblo vio que Moisés tardaba en bajar del monte, se reunió el pueblo en torno a Aarón y le dijeron: "Anda, haznos un dios que vaya delante de nosotros, ya que no sabemos qué ha sido de Moisés, el hombre que nos sacó de la tierra de Egipto". Aarón les respondió: "Quitad los pendientes de oro de las orejas de vuestras mujeres, de vuestros hijos y vuestras hijas, y traédmelos". Y todo el pueblo se quitó los pendientes de oro que llevaba en las orejas, y los entregó a Aarón. Los tomó él de sus manos, hizo un molde y fundió un becerro. Entonces ellos exclamaron: "Este es tu Dios, Israel, el que te ha sacado de la tierra de Egipto". Viendo esto Aarón, erigió un altar ante el becerro y anunció: "Mañana habrá fiesta en honor de Yahveh". Al día siguiente se levantaron de madrugada y ofrecieron holocaustos y presentaron sacrificios de comunión. Luego se sentó el pueblo a comer y beber, y después se levantaron para solazarse.

«Acusación divina y primera intercesión de Moisés

«Entonces habló Yahveh a Moisés, y dijo: "¡Anda, baja! Porque tu pueblo, el que sacaste de la tierra de Egipto, ha pecado. Bien pronto se han apartado el camino que yo les había prescrito. Se han hecho un becerro fundido y se han postrado ante él; le han ofrecido sacrificios y han dicho: "Este es tu Dios, Israel, el que te ha sacado de la tierra de Egipto".

Y dijo Yahveh a Moisés: "Ya veo que este pueblo es un pueblo de dura cerviz. Déjame ahora que se encienda mi ira contra ellos y los devore; de ti, en cambio, haré un gran pueblo". Pero Moisés trató de aplacar a Yahveh su Dios, diciendo: "¿Por qué, oh Yahveh, ha de encenderse tu ira contra tu pueblo, el que tú sacaste de la tierra de Egipto con gran poder y mano fuerte? ¿Van a poder decir los egipcios: Por malicia los ha sacado, para matarlos en las montañas y exterminarlos de la faz de la tierra? Abandona el ardor de tu cólera y renuncia a lanzar el mal contra tu pueblo. Acuérdate de Abraham, de Isaac y de Israel, siervos tuyos, a los cuales juraste por ti mismo: Multiplicaré vuestra descendencia como las estrellas del cielo; toda esta tierra que os tengo prometida, la daré a vuestros descendientes, y ellos la poseerán como herencia para siempre". Yahveh renunció a lanzar el mal con que había amenazado a su pueblo.» (Éxodo 31:18), (Éxodo 32:1-15).

¿Se dan cuenta? Un momento en que Moisés se ausenta y el pueblo Israelita ya está, otra vez, fabricando ídolos de otros dioses. No sólo eso, sino que, además, la persona a la que dejan a su cuidado, Aarón, es quien se encarga de organizar la fundición de la estatua.

¿Podemos culpar a Dios por querer eliminarlos a todos? La verdad es que no, porque realmente no había pasado mucho tiempo, digamos años, ni Moisés había desaparecido y no había vuelto. No, fueron simplemente unos días, y ellos sabían bien dónde estaba Moisés y qué era o qué estaba haciendo.

En fin…

«Volvióse Moisés y bajó del monte, con las dos tablas del Testimonio en su mano, tablas escritas por ambos lados; por una y otra cara estaban escritas.

Las tablas eran obra de Dios, y la escritura, grabada sobre las mismas, era escritura de Dios. Cuando Josué oyó la voz del pueblo que gritaba, dijo a Moisés: "Gritos de guerra en el campamento". Respondió Moisés: "No son gritos de victoria, ni alarido de derrota. Cantos a coro es lo que oigo".

«Cuando Moisés llegó cerca del campamento y vio el becerro y las danzas, ardió en ira, arrojó de su mano las tablas y las hizo añicos al pie del monte. Luego tomó el becerro que habían hecho, lo quemó y lo molió hasta reducirlo a polvo, que esparció en el agua, y se lo dio a beber a los israelitas. Y dijo Moisés a Aarón: "¿Qué te hizo este pueblo para que hayas traído sobre él tan gran pecado?" Aarón respondió: "No se encienda la ira de mi señor. Tú mismo sabes que este pueblo es inclinado al mal. Me dijeron: "Haznos un dios que vaya delante de nosotros, ya que no sabemos qué le ha sucedido a Moisés, el hombre que nos sacó de la tierra de Egipto". Yo les contesté: "El que tenga oro despréndase". Ellos se lo quitaron y me lo dieron; yo lo eché al fuego y salió este becerro".

Vio Moisés al pueblo desenfrenado -pues Aarón les había permitido entregarse a la idolatría en medio de sus adversarios- y se puso Moisés a la puerta del campamento, y exclamó: "¡A mí los de Yahveh!" y se le unieron todos los hijos de Leví. El les dijo: "Así dice Yahveh, el Dios de Israel: Cíñase cada uno su espada al costado; pasad y repasad por el campamento de puerta en puerta, y matad cada uno a su hermano, a su amigo y a su pariente".

Cumplieron los hijos de Leví la orden de Moisés; y cayeron aquel día unos 3000 hombres del pueblo. Y dijo Moisés: "Hoy habéis recibido la investidura como sacerdotes de Yahveh, cada uno a costa de vuestros hijos y vuestros hermanos, para que él os dé hoy la bendición".

«Al día siguiente dijo Moisés al pueblo: "Habéis cometido un gran pecado. Yo voy a subir ahora donde Yahveh; acaso pueda obtener la expiación de vuestro pecado".

Volvió Moisés donde Yahveh y dijo: "¡Ay! Este pueblo ha cometido un gran pecado al hacerse un dios de oro. Con todo, si te dignas perdonar su pecado..., y si no, bórrame del libro que has escrito". Yahveh respondió a Moisés: Al que peque contra mí, le borraré yo de mi libro. Ahora ve y conduce al pueblo adonde te he dicho. He aquí que mi ángel irá delante de ti, mas en el día de mi visita los castigaré yo por su pecado".

Y Yahveh castigó al pueblo a causa del becerro fabricado por Aarón.» (Éxodo 32:15-35).

Luego de esto, Moisés le pide a Dios que lo acompañe personalmente en todo lo que iba a tener que realizar para llegar a la tierra que le había prometido y éste accede.

Le vuelve a dar instrucciones sobre lo que tendrían que hacer al encontrarse con los pueblos que Dios les iba a entregar, y recalca nuevamente el hecho de que debían destruir sus dioses y sus altares, los dioses y los altares de "los otros".

Dios le vuelve a dar dos tablas del "Testimonio".

-Pienso: a ver si esta vez no las arruinan…-.

«Dijo Yahveh a Moisés: "Consigna por escrito estas palabras, pues a tenor de ellas hago alianza contigo y con Israel".

Moisés estuvo allí con Yahveh cuarenta días y cuarenta noches, sin comer pan ni beber agua. Y escribió en las tablas las palabras de la alianza, las diez palabras.» (Éxodo 34:27-29).

Cuando Moisés terminaba de hablar con Dios su rostro brillaba, por lo que lo cubría con un velo hasta que volvía a hablar con Él de nuevo.

Moisés, con expresas instrucciones de Dios, fabrica una Tienda del Encuentro donde se realizarían sus conversaciones de ahí en más.

«Por fin alzó el atrio que rodeaba la Morada y el altar, y colgó el tapiz a la entrada del atrio. Así acabó Moisés los trabajos.

La Nube cubrió entonces la Tienda del Encuentro y la gloria de Yahveh llenó la Morada.

Moisés no podía entrar en la Tienda del Encuentro, pues la Nube moraba sobre ella y la gloria de Yahveh llenaba la Morada.

En todas las marchas, cuando la Nube se elevaba de encima de la Morada, los israelitas levantaban el campamento. Pero si la Nube no se elevaba, ellos no levantaban el campamento, en espera del día en que se elevara. Porque durante el día la Nube de Yahveh estaba sobre la Morada y durante la noche había fuego a la vista de toda la casa de Israel.

Así sucedía en todas sus marchas.» (Éxodo 40:34-37).

 

Algunas leyes

 

Durante el éxodo, en el desierto, Dios le da las leyes y preceptos a cumplir, algunas con severos, muy severos castigos.

Ciertas normas me llamaron la atención, digamos que la mayoría me llamaron la atención, pero algunas más que otras.

No se podía desangrar a los animales en cualquier parte, eso sólo podía hacerse sobre el altar de Yahveh. No se podía comer la sangre. «De este modo ellos ya no seguirán sacrificando sus sacrificios a los sátiros tras los cuales estaban prostituyéndose» (Levítico 17:7-8).

Ya mencionamos que era una costumbre de estos pueblos, tanto del israelita, que al parecer las había adquirido en Egipto, como de los otros pueblos de la región. Y eran esas costumbres de sacrificios con sangre, las que Dios, quería terminar.

Me da la impresión de que es similar a la actitud que tiene un adulto con los niños, cuando se procede así: "A ver, ¿qué están haciendo?, ¿están jugando con fuego?, bueno, pero cuando quieran prender fósforos háganlo aquí conmigo". Algo como: "ya que no puedo sacarles los fósforos, todavía, al menos que no termine en un desastre".

Pensar que hoy, tres o cuatro mil años después, aún hay gente que es capaz de matar animales para efectuar ofrendas a dioses, o entidades. Aún hay personas que son capaces de creer que Dios pueda ver bien ese tipo de rituales, y que esos actos no tendrán consecuencias.

Todavía vemos rescoldos de esos politeístas bárbaros, esos niños espirituales, personas que son capaces de pedirle a Dios, o a distintas entidades, que le hagan mal a sus semejantes. ¿Qué piensan esas personas? ¿Creerán que Dios no las ve? ¿Que Dios no sabe lo que están haciendo? ¿Que Dios no ve dentro de sus almas sus intenciones? No entiendo su razonamiento. Probablemente creen en entidades bajas, que son capaces de matar por encargo, debido a que ven sólo lo malo que hay a su alrededor, y no pueden percibir que lo maligno es sólo una fracción menor, que la creación es maravillosa, y que la gente es en su mayoría buena, que aman a sus hijos, y que quieren que sus padres les den afecto y los cuiden, que tienen mascotas a las que tratan como parte de su familia.

Siempre pienso cómo se da la evolución, sólo hay que observar.

No es cierto que todo tiempo pasado fue mejor, sino, recapacitemos sobre estas historias que hemos leído. Por ejemplo, cada vez existe menos gente que le pega a sus hijos, cuando hace veinte años era algo habitual.

Ya casi no existe la pena de muerte en el mundo. Es cierto que hay países muy atrasados que aún la implementan, pero hace doscientos años esto era algo absolutamente normal y cotidiano, al igual que la esclavitud o la discriminación.

La evolución es lenta, muy lenta, y Dios es paciente, muy paciente.

«"No hagáis como se hace en la tierra de Egipto, donde habéis habitado, ni hagáis como se hace en la tierra de Canaán a donde os llevo; no debéis seguir sus costumbres".» (Levítico 18:3-4).

Justamente, la idea de Dios es terminar con esas costumbres, de eso se trata su plan.

«"Cumplid mis normas y guardad mis preceptos, caminando según ellos. Yo soy Yahveh, vuestro Dios. Guardad mis preceptos y mis normas. El hombre que los cumpla, por ellos vivirá.

Ninguno de vosotros se acerque a una consanguínea suya para descubrir su desnudez. Yo, Yahveh.

No descubrirás la desnudez de tu padre ni la desnudez de tu madre. Es tu madre; no descubrirás su desnudez.

No descubrirás la desnudez de la mujer de tu padre; es la misma desnudez de tu padre.

No descubrirás la desnudez de tu hermana, hija de tu padre o hija de tu madre, nacida en casa o fuera de ella.

No descubrirás la desnudez de la hija de tu hijo o de la hija de tu hija, pues es tu propia desnudez.

No descubrirás la desnudez de la hija de la mujer de tu padre, engendrada de tu padre, que es tu hermana.

No descubrirás la desnudez de la hermana de tu padre; es carne de tu padre.

No descubrirás la desnudez de la hermana de tu madre; es carne de tu madre.

No descubrirás la desnudez del hermano de tu padre; no te acercarás a su mujer; es la mujer de tu tío.

No descubrirás la desnudez de tu nuera, es la mujer de tu hijo; no descubrirás su desnudez.

No descubrirás la desnudez de la mujer de tu hermano; es la desnudez de tu hermano.

No descubrirás la desnudez de una mujer y la de su hija, ni tomarás la hija de su hijo ni la hija de su hija para descubrir su desnudez; son tu propia carne; sería un incesto.

No tomarás a una mujer juntamente con su hermana, haciéndola rival de ella y descubriendo su desnudez mientras viva la primera. Tampoco te acercarás a una mujer durante la impureza menstrual, para descubrir su desnudez. Levítico

No te juntes carnalmente con la mujer de tu prójimo, contaminándote con ella.

No darás ningún hijo tuyo para hacerlo pasar ante Mólek; no profanarás así el nombre de tu Dios. Yo, Yahveh.

No te acostarás con varón como con mujer; es abominación.

No te unirás con bestia haciéndote impuro por ella. La mujer no se pondrá ante una bestia para unirse con ella; es una infamia.

No os hagáis impuros con ninguna de estas acciones, pues con ellas se han hecho impuras las naciones que yo voy a arrojar ante vosotros. Se ha hecho impuro el país; por eso he castigado su iniquidad, y el país ha vomitado a sus habitantes.

Vosotros, pues, guardad mis preceptos y mis normas, y nos cometáis ninguna de estas abominaciones, ni los de vuestro pueblo ni los forasteros que residen entre vosotros. Porque todas estas abominaciones han cometido los hombres que habitaron el país antes que vosotros, y por eso el país se ha llenado de impurezas. Y no os vomitará la tierra por vuestras impurezas, del mismo modo que vomitó a las naciones anteriores a vosotros; sino que todos los que cometan una de estas abominaciones, ésos serán exterminados de en medio de su pueblo.

Guardad, pues, mis observancias; no practicaréis ninguna de las costumbres abominables que se practicaban antes de vosotros, ni os hagáis impuros con ellas. Yo, Yahveh, vuestro Dios."» (Levítico 18:4-30).

«Habló Yahveh a Moisés, diciendo:

"Habla a toda la comunidad de los israelitas y diles: "Sed santos, porque yo, Yahveh, vuestro Dios, soy santo.

Respete cada uno de vosotros a su madre y a su padre. Guardad mis sábados. Yo, Yahveh, vuestro Dios.

No os volváis hacia los ídolos, ni os hagáis dioses de fundición.

Cuando sacrifiquéis a Yahveh un sacrificio de comunión, sacrificadlo de modo que le seáis gratos.

La víctima se ha de comer el mismo día en que la inmoléis, o al día siguiente; y lo que sobre hasta el día tercero, será quemado.

Si se come algo al tercer día, será un manjar corrompido; el sacrificio no será grato. El que lo coma, cargará con su iniquidad, porque ha profanado la Santidad de Yahveh. Esa persona será extirpada de entre su parentela.

Cuando cosechéis la mies de vuestra tierra, no siegues hasta el borde de tu campo, ni espigues los restos de tu mies. Tampoco harás rebusco de tu viña, ni recogerás de tu huerto los frutos caídos; los dejarás para el pobre y el forastero.

No hurtaréis; no mentiréis ni os defraudaréis unos a otros.

No juraréis en falso por mi nombre: profanarías el nombre de tu Dios. Yo, Yahveh.

No oprimirás a tu prójimo, ni lo despojarás.

No retendrás el salario del jornalero hasta el día siguiente.

No maldecirás a un mudo, ni pondrás tropiezo ante un ciego, sino que temerás a tu Dios. Yo, Yahveh. Siendo juez no hagas injusticia, ni por favor del pobre, ni por respeto al grande: con justicia juzgarás a tu prójimo.

No andes difamando entre los tuyos; no demandes contra la vida de tu prójimo. Yo, Yahveh.

No odies en tu corazón a tu hermano, pero corrige a tu prójimo, para que no te cargues con pecado por su causa.

No te vengarás ni guardarás rencor contra los hijos de tu pueblo.

Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Yo, Yahveh.

Guardad mis preceptos.

No aparearás ganado tuyo de diversa especie.

No siembres tu campo con dos clases distintas de grano.

No uses ropa de dos clases de tejido. Si un hombre se acuesta maritalmente con una mujer que es una sierva perteneciente a otro, sin que haya sido rescatada ni liberada, será él castigado, pero no con pena de muerte, pues ella no era libre. El ofrecerá un carnero, su sacrificio de reparación para Yahveh, a la entrada de la Tienda del Encuentro; será un carnero de reparación. Con el carnero de reparación, el sacerdote hará expiación por él ante Yahveh por el pecado que cometió, y se le perdonará su pecado.

Cuando entréis en la tierra y plantéis toda clase de árboles frutales, consideraréis impuro su fruto, como incircunciso; por tres años os serán como incircuncisos y no se podrán comer. Al cuarto año todos sus frutos serán consagrados en fiesta de alabanza en honor de Yahveh. Y en el quinto año podréis comer de su fruto y almacenar en vuestro provecho su producto. Yo, Yahveh, vuestro Dios.

No comáis nada con sangre.

No practiquéis encantamiento ni astrología.

No rapéis en redondo vuestra cabellera, ni cortes los bordes de tu barba.

No haréis incisiones en vuestra carne por los muertos; ni os haréis tatuaje.

No profanarás a tu hija, prostituyéndola; no sea que la tierra se prostituya y se llene de incestos.

Guardad mis sábados y respetad mi santuario. Yo, Yahveh.

No os dirijáis a los nigromantes, ni consultéis a los adivinos haciéndoos impuros por su causa. Yo, Yahveh, vuestro Dios.

Ponte en pie ante las canas y honra el rostro del anciano; teme a tu Dios. Yo, Yahveh.

Cuando un forastero resida junto a ti, en vuestra tierra, no le molestéis.

Al forastero que reside junto a vosotros, le miraréis como a uno de vuestro pueblo y lo amarás como a ti mismo; pues forasteros fuisteis vosotros en la tierra de Egipto. Yo, Yahveh, vuestro Dios.

No cometáis injusticia en los juicios, ni en las medidas de longitud, de peso o de capacidad: tened balanza justa, peso justo, medida justa y sextario justo. Yo soy Yahveh vuestro Dios, que os saqué del país de Egipto.

Guardad todos mis preceptos y todas mis normas, y ponedlos en práctica. Yo, Yahveh."» (Levítico 19:1-37).

Repasemos un poco estos párrafos.

"Sed santos", el pueblo elegido debía ser santo.

Además, si existía la necesidad de una ley, se debía a que se trataba de legislar lo que ocurría.

Por un lado vemos que no hay nada nuevo bajo el sol, ya en esa época había jueces que no impartían justicia, o que beneficiaban injustamente a unos o perjudicaban a otros. También se reitera nuevamente la advertencia de no hacer ídolos, como si no los hubiese dicho ya unas mil veces, pero parece que va a tener que decirlo otras mil veces más.

Ya se vislumbra el "amarás a tu prójimo como a ti mismo", no sólo al prójimo -porque está claro que todo se toma al pie de la letra con tal de no cumplir-, también se agrega y aclara al extranjero: "Al forastero que reside junto a vosotros, le miraréis como a uno de vuestro pueblo y lo amarás como a ti mismo", si Él no lo aclara, el extranjero, que no era prójimo…, no iba a entrar en la norma.

Recordemos que, como era importante no mezclarse, entonces, hacerles entender que los otros también tenían derechos era complicado.

Entre las normas, además se habla permanentemente de no rendir culto a Molek, también llamado Melek, Milcom, Moloch, dependiendo de la traducción, a este dios de los cananeos se le realizaban sacrificios de niños o bebés. Estos crímenes se pagaban con la muerte, no había perdón para semejantes actos.

«"Dirás a los israelitas: "Si un hombre cualquiera de entre los israelitas o de los forasteros que residen en Israel entrega uno de sus hijos a Mólek, morirá sin remedio; el pueblo de la tierra lo lapidara. Yo mismo volveré mi rostro contra ese hombre y los exterminaré de en medio de su pueblo, por haber entregado un hijo suyo a Mólek, haciendo impuro mi santuario y profanando mi nombre santo.

Si el pueblo de la tierra cierra los ojos ante ese hombre que entregó uno de sus hijos a Mólek, y no le da muerte, yo mismo volveré mi rostro contra ese hombre y contra su familia, y lo exterminaré de entre su pueblo, a él y a todos los que como él se prostituyan tras Mólek".» (Levítico 20:1-6).

La aclaración de los seis días para trabajar y el descanso del séptimo específicamente es para tener presente en todo momento el sistema de creación de Dios. Recordemos el Génesis. Todo tiene su motivo, y es necesario que todos los que vean lo que hacen los israelitas recuerden porqué se hace. Cada vez que se habla de normas, se vuelve sobre el tema de los días de trabajo y el día de descanso.

«"Seis días se trabajará, pero el séptimo día será de descanso completo, reunión sagrada en que no haréis trabajo alguno. Será descanso de Yahveh dondequiera que habitéis".» (Levítico 23:3-4).

Dios creó los cielos y la tierra en siete días, Dios, el único dios, Yahveh, el dios de los israelitas.

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