• Un único Dios ISBN 9789873324383, y El observador ISBN 9789873324376
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El genesis y la ciencia

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La biblia y el pueblo elegido

La llegada a la tierra prometida


LATIERRA PROMETIDA

Y llegaron al Jordán

Quien relata es Moisés.

"Cuando la muerte había hecho desaparecer a todos los hombres de guerra en medio del pueblo, Yahveh me habló y me dijo: "Vas a pasar hoy la frontera de Moab, por Ar, y vas a encontrarte con los hijos de Ammón. No los ataques ni les provoques; pues yo no te daré nada del país de los hijos de Ammón, ya que se lo he entregado a los hijos de Lot en posesión. (También éste era considerado país de refaítas; los refaítas habitaron aquí antiguamente; y los ammonitas los llamaban zanzumitas, pueblo grande, numeroso y corpulento como los anaquitas; Yahveh los exterminó ante los ammonitas, que los desalojaron y se establecieron en su lugar; así había hecho también en favor de los hijos de Esaú, que habitaban en Seír, exterminando delante de ellos a los joritas; aquéllos los desalojaron y se establecieron en su lugar hasta el día de hoy. Y también a los avitas, que habitan en los campos hasta Gaza; los kaftoritas, venidos de Kaftor, los exterminaron y se establecieron en su lugar).
Levantaos, partid y pasad el torrente Arnón. Mira, yo pongo en tus manos a Sijón, el amorreo, rey de Jesbón, y todo su país. Comienza la conquista; provócale al combate. Desde hoy comienzo a infundir terror y miedo de ti entre todos los pueblos que hay debajo del cielo: al tener noticia de tu llegada temblarán todos y se estremecerán".
Del desierto de Quedemot envié mensajeros a Sijón, rey de Jesbón, con estas palabras de paz: "Voy a pasar por tu país; seguiré el camino sin desviarme a derecha ni a izquierda.
La comida que coma véndemela por dinero, el agua que beba dámela por dinero; sólo deseo pasar a pie, como me han dejado los hijos de Esaú que habitan en Seír y los moabitas que habitan en Ar, hasta cruzar el Jordán para ir hacia la tierra que nos da Yahveh nuestro Dios". Pero Sijón, rey de Jesbón, no quiso dejarnos pasar por allí porque Yahveh tu Dios le había empedernido el espíritu y endurecido el corazón, a fin de entregarle en tus manos, como lo está todavía hoy. Yahveh me dijo: "Mira, he comenzado a entregarte a Sijón y su país; empieza la conquista, apodérate de su territorio". Sijón salió a nuestro encuentro con todo su pueblo, y nos presentó batalla en Yahás. Yahveh nuestro Dios nos lo entregó y le derrotamos a él, a sus hijos y a todo su pueblo.
Nos apoderamos entonces de todas sus ciudades y consagramos al anatema toda ciudad: hombres, mujeres y niños, sin dejar superviviente. Tan sólo guardamos como botín el ganado y los despojos de las ciudades tomadas. Desde Aroer, al borde del valle del Arnón, y la ciudad que está en el valle, hasta Galaad, no hubo ciudad inaccesible para nosotros; Yahveh nuestro Dios nos las entregó todas. Unicamente respetaste el país de los ammonitas, toda la ribera del torrente Yabboq y las ciudades de la montaña, todo lo que Yahveh nuestro Dios había prohibido." (Deuteronomio 2:16-37)

Avanzamos con la lectura y comprobamos que hay países que son entregados al pueblo elegido para su destrucción y otros que le son prohibidos.
Interesante lo de "prohibidos", ¿prohibidos por qué? Lo vamos a ir descubriendo.
Es claro que no todos eran irrecuperables.

Dios prohíbe el paso de Moisés a la Tierra Prometida
Dice Moisés:

"Entonces hice esta súplica a Yahveh: "Yahveh, Señor mío, tú has comenzado a manifestar a tu siervo tu grandeza y tu mano fuerte; pues ¿qué Dios hay, en los cielos ni en la tierra, que pueda hacer obras y proezas como las tuyas? Déjame, por favor, pasar y ver la tierra buena de allende el Jordán, esa buena montaña y el Líbano". Pero, por culpa vuestra, Yahveh se irritó contra mí y no me escuchó; antes bien me dijo: "¡Basta ya! No sigas hablándome de esto. Sube a la cumbre del Pisgá, alza tus ojos al occidente, al norte, al mediodía y al oriente; y contempla con tus ojos, porque no pasarás ese Jordán. Da tus órdenes a Josúe, dale ánimos y fortalécele, porque él pasará al frente de este pueblo: él le pondrá en posesión de esa tierra que ves". Y nos quedamos, en el valle, enfrente de Bet Peor." (Deuteronomio 3:23-29)

Continúa:

"Y ahora, Israel, escucha los preceptos y las normas que yo os enseño para que las pongáis en práctica, a fin de que viváis y entréis a tomar posesión de la tierra que os da Yahveh, Dios de vuestros padres.
No añadireís nada a lo que yo os mando, ni quitaréis nada; para así guardar los mandamientos de Yahveh vuestro Dios que yo os prescribo. Vuestros propios ojos han visto lo que hizo Yahveh con Baal Peor: a todos los que habían seguido a Baal Peor, Yahveh tu Dios los exterminó de en medio de ti; en cambio vosotros, que habéis seguido unidos a Yahveh vuestro Dios, estáis hoy todos vivos.
Mira, como Yahveh mi Dios me ha mandado, yo os enseño preceptos y normas para que los pongáis en práctica en la tierra en la que vais a entrar para tomarla en posesión. Guardadlos y practicadlos, porque ellos son vuestra sabiduría y vuestra inteligencia a los ojos de los pueblos que, cuando tengan noticia de todos estos preceptos, dirán: "Cierto que esta gran nación es un pueblo sabio e inteligente". Y, en efecto, ¿hay alguna nación tan grande que tenga los dioses tan cerca como lo está Yahveh nuestro Dios siempre que le invocamos? Y ¿cuál es la gran nación cuyos preceptos y normas sean tan justos como toda esta Ley que yo os expongo hoy? Pero ten cuidado y guárdate bien, no vayas o olvidarte de estas cosas que tus ojos han visto, ni dejes que se aparten de tu corazón en todos los días de tu vida; enséñaselas, por el contrario, a tus hijos y a los hijos de tus hijos.
El día que estabas en el Horeb en presencia de Yahveh tu Dios, cuando Yahveh me dijo: "Reúneme al pueblo para que yo les haga oír mis palabras a fin de que aprendan a tenerme mientras vivan en el suelo y se las enseñen a sus hijos", vosotros os acercasteis y permanecisteis al pie de la montaña, mientras la montaña ardía en llamas hasta el mismo cielo, entre tinieblas de nube y densa niebla. Yahveh os habló de en medio del fuego; vosotros oíais rumor de palabras, pero no percibíais figura alguna, sino sólo una voz. El os reveló su alianza, que os mandó poner en práctica, las diez Palabras que escribió en dos tablas de piedra. Y a mí me mandó entonces Yahveh que os enseñase los preceptos y normas que vosotros deberíais poner en práctica en la tierra en la que vais a entrar para tomarla en posesión.
Tened mucho cuidado de vosotros mismos: puesto que no visteis figura alguna el día en que Yahveh os habló en el Horeb de en medio del fuego, no vayáis a pervertiros y os hagáis alguna escultura de cualquier representación que sea: figura masculina o femenina, de alguna de las bestias de la tierra, figura de alguna de las aves que vuelan por el cielo, figura de alguno de los reptiles que serpean por el suelo, figura de alguno de los peces que hay en las aguas debajo de la tierra. Cuando levantes tus ojos al cielo, cuando veas el sol, la luna, las estrellas y todo el ejército de los cielos, no vayas a dejarte seducir y te postres ante ellos para darles culto. Eso se lo ha repartido Yahveh tu Dios a todos los pueblos que hay debajo del cielo, pero a vosotros os tomó Yahveh y os sacó del horno de hierro, de Egipto, para que fueseis el pueblo de su heredad, como lo sois hoy.
Por culpa vuestra Yahveh se irritó contra mí y juró que yo no pasaría el Jordán ni entraría en la tierra buena que Yahveh tu Dios te da en herencia.
Yo voy a morir en este país y no pasaré el Jordán. Vosotros en cambio lo pasaréis y poseeréis esa tierra buena.
Guardaos, pues, de olvidar la alianza que Yahveh vuestro Dios ha concluido con vosotros, y de haceros alguna escultura o representación de todo lo que Yahveh tu Dios te ha prohibido; porque Yahveh tu Dios es un fuego devorador, un Dios celoso.
Cuando hayas engendrado hijos y nietos y hayáis envejecido en el país, si os pervertís y hacéis alguna escultura de cualquier representación, si hacéis lo malo a los ojos de Yahveh tu Dios hasta irritarle, hoy por testigos contra vosotros al cielo y a la tierra que desapareceréis rápidamente de esa tierra que vais a tomar en posesión al pasar el Jordán. No prolongaréis en ella vuestros días, porque seréis completamente destruidos. Yahveh os dispersará entre los pueblos y no quedaréis más que unos pocos, en medio de las naciones adonde Yahveh os lleve. Allí serviréis a dioses hechos por manos de hombre, de madera y piedra, que ni ven ni oyen, ni comen ni huelen. Allí buscarás a Yahveh tu Dios; y le encontrarás si le buscas con todo tu corazón y con toda tu alma.
Cuando estés angustiado y te alcancen todas estas palabras, al fin de los tiempos, te volverás a Yahveh tu Dios y escucharás su voz; porque Yahveh tu Dios es un Dios misericordioso: no te abandonará ni te destruirá, y no se olvidará de la alianza que con juramento concluyó con tus padres.
Pregunta, pregunta a los tiempos antiguos, que te han precedido desde el día en que Dios creó al hombre sobre la tierra: ¿Hubo jamás desde un extremo a otro del cielo palabra tan grande como ésta? ¿Se oyó semejante? ¿Hay algún pueblo que haya oído como tú has oído la voz del Dios vivo hablando de en medio del fuego, y haya sobrevivido? ¿Algún dios intentó jamás venir a buscarse una nación de en medio de otra nación por medio de pruebas, señales, prodigios y guerra, con mano fuerte y tenso brazo, por grandes terrores, como todo lo que Yahveh vuestro Dios hizo con vosotros, a vuestros mismos ojos, en Egipto? A ti se te ha dado a ver todo esto, para que sepas que Yahveh es el verdadero Dios y que no hay otro fuera de él. Desde el cielo te ha hecho oír su voz para instruirte, y en la tierra te ha mostrado su gran fuego, y de en medio del fuego has oído sus palabras". Porque amó a tus padres y eligió a su descendencia después de ellos, te sacó de Egipto personalmente con su gran fuerza, desalojó ante ti naciones más numerosas y fuertes que tú, te introdujo en su tierra y te la dio en herencia, como la tienes hoy.
Reconoce, pues, hoy y medita en tu corazón que Yahveh es el único Dios allá arriba en el cielo, y aquí abajo en la tierra; no hay otro." (Deuteronomio 4:1-39)

 

Yahveh me ha dicho: "Tú no pasarás este Jordán"

La línea que se inició en el Génesis permanece inalterada. Es la línea que ata cada perla de esta joya que es la historia narrada en la Biblia. Ese hilo conductor, ese motivo de ser, esa causa primaria, es este mandato: no se deben hacer figuras para adorar, no se debe adorar a fuerzas naturales ni objetos del espacio celeste, no se debe adorar a otro dios que no sea Yahveh, no existe otro dios que no sea Yahveh, el dios del pueblo elegido es el único dios. Al mismo tiempo se producen las demostraciones de poder que deben hacer la diferencia con respecto a "los otros": "¿Hay algún pueblo que haya oído como tú has oído la voz del Dios vivo hablando de en medio del fuego, y haya sobrevivido?".

Recapitulemos.
Dios crea los cielos y la tierra. Entre la creación aparece la humanidad la que toma un camino errado que debe ser corregido. Dios crea y envía un pueblo elegido generado especialmente para ser el ejecutor de esa reparación, y para que este pueblo pueda cumplir esa tarea, Dios realiza todo tipo de demostraciones. Esos testimonios de su poder son funda-mentales para que los otros pueblos modifiquen sus acciones y adopten a Yahveh como único Dios.
Dios planta a su pueblo elegido en Egipto - donde lo prepara para la tarea -, que será el primero en ser devastado por los israelitas y su dios, arrasado desde sus entrañas, y a partir de allí se inicia una erradicación sistemática del politeísmo de la región, al menos por ahora de ese territorio, ya veremos que esta erradicación continuará más allá de lo imaginado.

 

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