• Un único Dios ISBN 9789873324383, y El observador ISBN 9789873324376
  • por Alberto Canen, todos los derechos reservados, copyright 2010-2018
  • Buenos Aires, Argentina
  • editor@albertocanen.com.ar
Home El Genesis El origen del monoteismo El Diluvio Abraham Los hebreos en Egipto El Exodo Jueces Reyes La diaspora El Mesias Videos Librerias Cordero de Dios El Tetramorfo Preguntas frecuentes sobre espiritualidad Preguntas frecuentas acerca de los libros Articulos de Genesis y Ciencia Libros electronicos Audio libro Solicite su copia impresa Permisos licencias y limitaciones Prensa El autor Contáctenos

Descarga el libro EL OBSERVADOR de Alberto Canen

El genesis y la ciencia

Descarga el libro UN ÚNICO DIOS de Alberto Canen

La biblia y el pueblo elegido

HISTORIA DE LA SALVACION


Iniciamos nuestro camino con el primer relato del libro del Génesis en el que leemos que en el sexto día Dios crea a la humanidad, teniendo en mente que los días narrados en el Génesis no son días de 24 horas, sino los días en que el observador de la visión, narrador de la visión, accedió a ella.
Dios le muestra a alguien, -posiblemente Moisés-, cómo realizó la creación de nuestro planeta y lo hace en siete días, y a medida que avanza este proceso accedemos a determinado detalles fundamentales como es el de la decisión de Dios de darnos –a los humanos-, su imagen y semejanza, detalles cruciales y fundamentales del ser y motivo de la tribulación humana y de su salvación.
Leamos:
“Y dijo Dios: «Hagamos al ser humano a nuestra imagen, como semejanza nuestra, y manden en los peces del mar y en las aves de los cielos, y en las bestias y en todas las alimañas terrestres, y en todas las sierpes que serpean por la tierra.
Creó, pues, Dios al ser humano a imagen suya, a imagen de Dios le creó, macho y hembra los creó. Y bendíjolos Dios, y díjoles Dios: «Sed fecundos y multiplicaos y henchid la tierra y sometedla; mandad en los peces del mar y en las aves de los cielos y en todo animal que serpea sobre la tierra.»
Dijo Dios: «Ved que os he dado toda hierba de semilla que existe sobre la haz de toda la tierra, así como todo árbol que lleva fruto de semilla; para vosotros será de alimento. Y a todo animal terrestre, y a toda ave de los cielos y a toda sierpe de sobre la tierra, animada de vida, toda la hierba verde les doy de alimento.» Y así fue.
Vio Dios cuanto había hecho, y todo estaba muy bien. Y atardeció y amaneció: día sexto.” (Génesis 1, 26-31)
Como podemos ver en el texto Dios le da a este animal, a esta creatura, a estos seres humanos incipientes algo que los demás animales no tenían, y que Dios consideró que era bueno que estos tuviesen y que no es, ni más ni menos, que la “imagen y semejanza”, la cual llevó a la humanidad un escalón más arriba en su similitud con el creador permitiéndoles una capacidad de trascendencia, de entender a Dios –aunque sea mínimamente-, de acercarse a Dios, de actuar de tal manera que sus acciones agraden al proyecto divino y compartir con Él la vida eterna.
Recordemos que en los relatos de los días anteriores -de este mismo proceso creativo-, Dios había ido creando las plantas y los animales.
Al parecer los humanos eran parte de esos animales creados inicialmente, pero que luego, los ángeles -que recorren la creación-, ofrecieron a Dios el compartir con ellos lo que posiblemente era solo del reino celestial, esa imagen y semejanza, una cierta propiedad de los ángeles, y es allí, en ese momento es en que el Satán, -un ángel preferido, un ángel que Dios tenía en alta estima-, se opone a esta decisión de Dios al considerar que los humanos no merecían algo que era claramente de ellos, de los ángeles, de los seres celestiales. A partir de este desagrado y de su “no estar de acuerdo” es que el Satán buscará formas de hacer tropezar a la humanidad para que esta se pierda y al perderse y pecar poder llevarla al extremo de perder sus almas.
¿Cómo sabemos que los ángeles recorren la creación? bueno, podemos leer al profeta Zacarías y al libro de Job los que nos darán algunos indicios de este “trabajo” que realizan los ángeles informando y controlando la creación.
Veamos:

Zacarías 1, 7-11: “El día veinticuatro del undécimo mes (que es el mes de Sebat), el año segundo de Darío, fue dirigida la palabra de Yahveh al profeta Zacarías (hijo de (Berekías), hijo de Iddó, en estos términos:
He tenido una visión esta noche. Era un hombre que montaba un caballo rojo; estaba de pie entre los mirtos que hay en la hondonada; detrás de él, caballos rojos, alazanes y blancos. Yo dije: «¿Quiénes son éstos, señor mío?» El ángel que hablaba conmigo me dijo: «Yo te enseñaré quiénes son éstos.» Y el hombre que estaba entre los mirtos intervino y dijo: «Estos son los que ha enviado Yahveh a recorrer la tierra.»
Entonces ellos se dirigieron al ángel de Yahveh que estaba entre los mirtos y dijeron: «Hemos recorrido la tierra y hemos visto que toda la tierra vive en paz.»”

Job 1, 6-9: “El día que los Hijos de Dios venían a presentarse ante Yahveh, vino también entre ellos el Satán.
Yahveh dijo al Satán: «¿De dónde vienes?» El Satán respondió a Yahveh: «De recorrer la tierra y pasearme por ella.»
Y Yahveh dijo al Satán: «¿No te has fijado en mi siervo Job? ¡No hay nadie como él en la tierra; es un hombre cabal, recto, que teme a Dios y se aparta del mal!»
Respondió el Satán a Yahveh: «Es que Job teme a Dios de balde?”

En estos dos pequeños párrafos podemos ver a los ángeles que recorren el mundo en su tarea de supervisión, y en el libro de Job se agrega además esta forma de hablar del Satán que nos muestra una cierta arrogancia, de creerse casi dueño, casi superior, displicente, dice “pasearme por ella”, claramente una actitud arrogante y desafiante. No sólo se opone sino que además desafía a Dios delante de los otros ángeles.
El libro de Job nos da un pantallazo de la situación que mencionábamos antes acerca de la oposición del enemigo y de su interés de hacer caer a la humanidad haciéndola tropezar para que niegue a Dios y de esa manera lograr que Dios se arrepienta de haberla creado y haberle dado la imagen y semejanza. Job representa a la humanidad a la cual el Satán maltrata inútilmente, y a la que Dios al final le devuelve todo lo perdido y le da más, mucho más, lo que en un paralelismo sería la vida eterna, el reino de los cielos. Dios no sólo rescata a la humanidad sino que además le regala la vida eterna.
Bien, entonces, tenemos una humanidad ancestral, un deseo de esta de crear puentes hacia Dios, de relacionarse con Dios debido a su imagen y semejanza, -lo que llamamos religión, de re-ligar, re-unir, unir fuertemente al hombre con Dios-, y al opositor intentando que esos puentes se pierdan en el error, y de que esas religiones que los humanos intentan no solo no conduzcan a Dios sino que además sean motivo para su perdición y tropiezo.
En este proceso de intentar hacer perecer a la humanidad frente a Dios es que el Satán y sus legiones engañan a los humanos haciéndoles creer que mucho de aquello que no comprenden son dioses, y por ello les hace creer que los planetas son dioses, cómo el Sol, la Luna, las estrellas; y además las fuerzas de la naturaleza y los mecanismos naturales, y así terminaron adorando a la fertilidad, a las mareas, los volcanes, el viento, y muchos otros etc. Miles de dioses. Cada fuerza, cada mecanismo, cada objeto o animal, o ancestros terminaron siendo dioses. Terminaron con una humanidad considerándolos dioses. De ello nos habla en parte el libro de la Sabiduría en los capítulos 12-15.
A partir del error -de creer que las cosas eran dioses-, es que sobrevino una percepción de incoherencia de estos “dioses”, ya que se comportaban –desde el punto de vista humano-, de manera errática, caprichosa, violenta y cruel. La lluvia caía o no caía sin ningún motivo, los volcanes explotaban, las cosechas eran buenas o malas y no se veía motivos para esas diferencias de un tiempo a otro, ya que recordemos que cada una de esas cosas se suponía tenía un dios que la controlaba, y al volcar lo humano en los dioses terminaron pensando que aquellos eran caprichosos, déspotas, arbitrarios, y que hacían lo que querían con los humanos. De allí a creer en el destino, y la predestinación sólo hubo un paso. Si los dioses decidían arbitrariamente la vida de la gente entonces el “destino” podía estar escrito y las personas estaban condenadas a hacer lo que los dioses decidían. De la misma manera, en la misma línea de pensamiento, los dioses podían decidir de antemano el destino de una creatura, ello es lo que terminó llamándose predestinación, pre-destino, destino previo.
A partir de ahí la humanidad en un intento de lograr un mejor “diálogo” con estos dioses y contrarrestar su tiranía y caprichos, comienzan a ofrecer ofrendas, tratando de “comprar” una mejor actitud de las divinidades. Esta relación de transacción entre la gente y los dioses va escalando a medida que se ve que las ofrendas no hacen el efecto esperado y se pasa, de ofrecer algo de la cosecha, a matar a un animal en sacrificio, luego a matar a un esclavo, luego una virgen y al final a los propios hijos, lo más amado, el primogénito, terminando en sacrificios humanos tremendos.
Cómo podemos ver la locura instigada por el Satán va cobrando cada vez más vidas -generando enorme violencia-, y llevando a la humanidad a un nivel de error en su relación con los supuestos dioses que hace que Dios decida intervenir. Dios interviene por puro amor a su creación, viendo la injusticia de que son objeto. Por supuesto que la humanidad todo lo hace en uso de su libre albedrío, así que un poco de culpa tiene. Esta liberad y la culpa de elegir mal quedará evidente en el Edén.

Descarga el libro EL OBSERVADOR de Alberto Canen

El genesis y la ciencia

Descarga el libro UN ÚNICO DIOS de Alberto Canen

La biblia y el pueblo elegido