• Un único Dios ISBN 9789873324383, y El observador ISBN 9789873324376
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El evangelio de LUCAS y el ser viviente con el rostro de buey


El evangelio de LUCAS y el ser viviente con el rostro de buey
El animal al sacrificio y la misericordia de Dios


El bóvido, el buey, simboliza el sacrificio de Cristo en la Pasión, y por ende el sacerdotal, pues es el animal por excelencia para el sacrificio, tal y como señala san Ireneo[17].
La imagen del animal al sacrificio tiene dos lados, como una moneda. Por un lado tenemos el rol de Dios, del Verbo, de representar ese animal que va al sacrificio por los pecados de la humanidad. Por otro -si miramos desde el lado de Dios-, vemos su misericordia infinita al tolerar este hacer de la humanidad de matar animales y humanos para ofrecerlos a los dioses. Tanto en la humanidad ancestral como ya en el pueblo hebreo y los sacrificios realizados por estos. Claramente Dios nunca quiso sacrificios y se lo expresó a los hebreos a través de los profetas. Decía: “Misericordia quiero, no sacrificios”[18]. En Lucas tenemos estas dos facetas representadas, y por ello es el evangelio que más desarrolla la misericordia de Dios.

17 - A finales del siglo II, fue Ireneo de Lyon el primero que relacionó el tetramorfo con los Evangelios y señaló que el león expresaba el concepto de realeza, el buey de sacrificio, el hombre de la Encarnación y el águila del Espíritu que sostiene la Iglesia.
18 - Oseas 6,6-7: Porque misericordia quiero, y no sacrificio, y conocimiento de Dios más que holocaustos.

Lucas es el evangelio más sentimental y narra las parábolas y los sentimientos más nobles y humanos de Cristo: la compasión y la justicia. En su Evangelio, Lucas nos ayuda a saber qué tan preocupado estaba Jesús por los enfermos, los pobres, y cualquier persona en necesidad de ayuda, misericordia y perdón. Lucas nos dice que Jesús vino a salvar a todas las personas.
A través de este Evangelio aprendemos cuán compasivo y solidario fue Jesús. Algunas de las historias más famosas que Jesús contó se encuentran en el Evangelio de Lucas: El buen samaritano (Lucas 10: 29-37) y el hijo perdido (Lucas 15: 11-42).
En sus escritos se nos recuerda el gran sacrificio que Jesús hizo para salvar a todas las personas por medio de su muerte en la cruz y su resurrección.
Lucas es también el autor de los Hechos de los Apóstoles. En Hechos, aprendemos acerca de la venida del Espíritu Santo, la obra de los Apóstoles, especialmente san Pablo, y como la Iglesia creció en el mundo. Él era la única persona que se dice que permaneció con san Pablo durante su encarcelamiento y hasta su muerte.
De los veinte milagros que registra, seis no se encuentran en los demás Evangelios: la pesca milagrosa, el hijo de la viuda de Naim, el hombre hidrópico, los diez leprosos, la oreja de Malco, el espíritu de enfermedad. Sólo él recoge las siguientes dieciocho parábolas: el buen samaritano, el amigo a medianoche, el rico necio, los siervos que velan, los dos deudores, la higuera estéril, los asientos principales, el gran banquete, el constructor imprudente, el rey imprudente, la dracma perdida, el hijo pródigo, el mayordomo injusto, el rico y Lázaro, los siervos inútiles, el juez injusto, el fariseo y el publicano, los talentos.
El relato de los viajes a Jerusalén (9,51 - 19,27) se encuentra sólo en San Lucas; y destaca especialmente el deber de la oración.
Lucas cambia la frase "sed perfectos…" (de Mt 5,48) por "sed misericordiosos…" (en 6,36). Asimismo Lc agrega la expresión "a la conversión" (5,32) dentro de la frase de Mc "no he venido a llamar a los justos sino a los pecadores" (2,17). Lucas (en 3,6) alarga la cita de Isaías 40,3-5 (si la comparamos con Mc 1,3 o Mt 3,3), justamente para incluir la frase "y todos verán la salvación de Dios".
Evangelio "de los pobres"
La misericordia de Dios alcanza sobre todo a los pobres y humildes. La simpatía de este evangelio por ellos es notable. La detectamos en la "infancia de Jesús", donde los pobres y la gente insignificante (a los ojos humanos) son los privilegiados: una pareja sin hijos (Zacarías e Isabel); María y José mismos, procedentes de una aldea desconocida de Galilea; los pastores de la campiña de Belén; un anciano y una viuda en el templo (Simeón y Ana). En las bienaventuranzas Lc simplemente dice: "bienaventurados los pobres", sin el matiz de Mateo: "de espíritu". Y la parábola del pobre Lázaro y el rico es exclusiva de Lc (16,19-31).
Evangelio de la alegría mesiánica
El Espíritu de Jesús difunde alegría y paz entre los que lo escuchan; de modo que podemos decir que Lc escribió el evangelio de la "alegría mesiánica". En Lc aparecen varias expresiones griegas que significan alegría: 12 veces chairo (me alegro), 8 veces chará (alegría), 2 veces agalliao (exulto, gozo), 2 veces agallísais (exultación, gozo), 3 veces skirtao (exultar) (contra las 8 veces que aparecen en conjunto en Mt y Mc). Se destaca particularmente el deseo de alegría en el saludo del Ángel a María (1,28).
La lectura de Mateo nos da la impresión de un evangelio serio, casi majestuoso; el de Marcos nos deja la impresión de un diario; Lucas en cambio reboza de alegría. Más que otros evangelios, Lc habla de la "admiración de las multitudes" que seguían a Jesús (5, 26; 10,17; 13,17; 18,43). Este espíritu de alegría es el efecto del cumplimiento de la promesa de Jesús a sus seguidores: que serán felices y colmados (2,45; 6,20-22; 7,23; 10,23; 11,27ss; 12,37s; 14,14s; 23,29).

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