Descarga el libro EL OBSERVADOR de Alberto Canen
Descarga el libro UN ÚNICO DIOS de Alberto Canen
La llegada a la tierra prometida
LATIERRA PROMETIDA
Y llegaron al Jordán
Quien relata es Moisés.
"Cuando la muerte había hecho
desaparecer a todos los hombres de guerra en medio del pueblo, Yahveh me habló y
me dijo: "Vas a pasar hoy la frontera de Moab, por Ar, y vas a encontrarte con
los hijos de Ammón. No los ataques ni les provoques; pues yo no te daré nada del
país de los hijos de Ammón, ya que se lo he entregado a los hijos de Lot en
posesión. (También éste era considerado país de refaítas; los refaítas habitaron
aquí antiguamente; y los ammonitas los llamaban zanzumitas, pueblo grande,
numeroso y corpulento como los anaquitas; Yahveh los exterminó ante los
ammonitas, que los desalojaron y se establecieron en su lugar; así había hecho
también en favor de los hijos de Esaú, que habitaban en Seír, exterminando
delante de ellos a los joritas; aquéllos los desalojaron y se establecieron en
su lugar hasta el día de hoy. Y también a los avitas, que habitan en los campos
hasta Gaza; los kaftoritas, venidos de Kaftor, los exterminaron y se
establecieron en su lugar).
Levantaos, partid y pasad el torrente Arnón. Mira, yo pongo en tus manos a Sijón,
el amorreo, rey de Jesbón, y todo su país. Comienza la conquista; provócale al
combate. Desde hoy comienzo a infundir terror y miedo de ti entre todos los
pueblos que hay debajo del cielo: al tener noticia de tu llegada temblarán todos
y se estremecerán".
Del desierto de Quedemot envié mensajeros a Sijón, rey de Jesbón, con estas
palabras de paz: "Voy a pasar por tu país; seguiré el camino sin desviarme a
derecha ni a izquierda.
La comida que coma véndemela por dinero, el agua que beba dámela por dinero;
sólo deseo pasar a pie, como me han dejado los hijos de Esaú que habitan en Seír
y los moabitas que habitan en Ar, hasta cruzar el Jordán para ir hacia la tierra
que nos da Yahveh nuestro Dios". Pero Sijón, rey de Jesbón, no quiso dejarnos
pasar por allí porque Yahveh tu Dios le había empedernido el espíritu y
endurecido el corazón, a fin de entregarle en tus manos, como lo está todavía
hoy. Yahveh me dijo: "Mira, he comenzado a entregarte a Sijón y su país; empieza
la conquista, apodérate de su territorio". Sijón salió a nuestro encuentro con
todo su pueblo, y nos presentó batalla en Yahás. Yahveh nuestro Dios nos lo
entregó y le derrotamos a él, a sus hijos y a todo su pueblo.
Nos apoderamos entonces de todas sus ciudades y consagramos al anatema toda
ciudad: hombres, mujeres y niños, sin dejar superviviente. Tan sólo guardamos
como botín el ganado y los despojos de las ciudades tomadas. Desde Aroer, al
borde del valle del Arnón, y la ciudad que está en el valle, hasta Galaad, no
hubo ciudad inaccesible para nosotros; Yahveh nuestro Dios nos las entregó
todas. Unicamente respetaste el país de los ammonitas, toda la ribera del
torrente Yabboq y las ciudades de la montaña, todo lo que Yahveh nuestro Dios
había prohibido." (Deuteronomio 2:16-37)
Avanzamos con la lectura y comprobamos que hay países que son entregados al
pueblo elegido para su destrucción y otros que le son prohibidos.
Interesante lo de "prohibidos", ¿prohibidos por qué? Lo vamos a ir descubriendo.
Es claro que no todos eran irrecuperables.
Dios prohíbe el paso de Moisés a la Tierra Prometida
Dice Moisés:
"Entonces hice esta súplica a Yahveh: "Yahveh, Señor mío, tú has comenzado a manifestar a tu siervo tu grandeza y tu mano fuerte; pues ¿qué Dios hay, en los cielos ni en la tierra, que pueda hacer obras y proezas como las tuyas? Déjame, por favor, pasar y ver la tierra buena de allende el Jordán, esa buena montaña y el Líbano". Pero, por culpa vuestra, Yahveh se irritó contra mí y no me escuchó; antes bien me dijo: "¡Basta ya! No sigas hablándome de esto. Sube a la cumbre del Pisgá, alza tus ojos al occidente, al norte, al mediodía y al oriente; y contempla con tus ojos, porque no pasarás ese Jordán. Da tus órdenes a Josúe, dale ánimos y fortalécele, porque él pasará al frente de este pueblo: él le pondrá en posesión de esa tierra que ves". Y nos quedamos, en el valle, enfrente de Bet Peor." (Deuteronomio 3:23-29)
Continúa:
"Y ahora, Israel, escucha los
preceptos y las normas que yo os enseño para que las pongáis en práctica, a fin
de que viváis y entréis a tomar posesión de la tierra que os da Yahveh, Dios de
vuestros padres.
No añadireís nada a lo que yo os mando, ni quitaréis nada; para así guardar los
mandamientos de Yahveh vuestro Dios que yo os prescribo. Vuestros propios ojos
han visto lo que hizo Yahveh con Baal Peor: a todos los que habían seguido a
Baal Peor, Yahveh tu Dios los exterminó de en medio de ti; en cambio vosotros,
que habéis seguido unidos a Yahveh vuestro Dios, estáis hoy todos vivos.
Mira, como Yahveh mi Dios me ha mandado, yo os enseño preceptos y normas para
que los pongáis en práctica en la tierra en la que vais a entrar para tomarla en
posesión. Guardadlos y practicadlos, porque ellos son vuestra sabiduría y
vuestra inteligencia a los ojos de los pueblos que, cuando tengan noticia de
todos estos preceptos, dirán: "Cierto que esta gran nación es un pueblo sabio e
inteligente". Y, en efecto, ¿hay alguna nación tan grande que tenga los dioses
tan cerca como lo está Yahveh nuestro Dios siempre que le invocamos? Y ¿cuál es
la gran nación cuyos preceptos y normas sean tan justos como toda esta Ley que
yo os expongo hoy? Pero ten cuidado y guárdate bien, no vayas o olvidarte de
estas cosas que tus ojos han visto, ni dejes que se aparten de tu corazón en
todos los días de tu vida; enséñaselas, por el contrario, a tus hijos y a los
hijos de tus hijos.
El día que estabas en el Horeb en presencia de Yahveh tu Dios, cuando Yahveh me
dijo: "Reúneme al pueblo para que yo les haga oír mis palabras a fin de que
aprendan a tenerme mientras vivan en el suelo y se las enseñen a sus hijos",
vosotros os acercasteis y permanecisteis al pie de la montaña, mientras la
montaña ardía en llamas hasta el mismo cielo, entre tinieblas de nube y densa
niebla. Yahveh os habló de en medio del fuego; vosotros oíais rumor de palabras,
pero no percibíais figura alguna, sino sólo una voz. El os reveló su alianza,
que os mandó poner en práctica, las diez Palabras que escribió en dos tablas de
piedra. Y a mí me mandó entonces Yahveh que os enseñase los preceptos y normas
que vosotros deberíais poner en práctica en la tierra en la que vais a entrar
para tomarla en posesión.
Tened mucho cuidado de vosotros mismos: puesto que no visteis figura alguna el
día en que Yahveh os habló en el Horeb de en medio del fuego, no vayáis a
pervertiros y os hagáis alguna escultura de cualquier representación que sea:
figura masculina o femenina, de alguna de las bestias de la tierra, figura de
alguna de las aves que vuelan por el cielo, figura de alguno de los reptiles que
serpean por el suelo, figura de alguno de los peces que hay en las aguas debajo
de la tierra. Cuando levantes tus ojos al cielo, cuando veas el sol, la luna,
las estrellas y todo el ejército de los cielos, no vayas a dejarte seducir y te
postres ante ellos para darles culto. Eso se lo ha repartido Yahveh tu Dios a
todos los pueblos que hay debajo del cielo, pero a vosotros os tomó Yahveh y os
sacó del horno de hierro, de Egipto, para que fueseis el pueblo de su heredad,
como lo sois hoy.
Por culpa vuestra Yahveh se irritó contra mí y juró que yo no pasaría el Jordán
ni entraría en la tierra buena que Yahveh tu Dios te da en herencia.
Yo voy a morir en este país y no pasaré el Jordán. Vosotros en cambio lo
pasaréis y poseeréis esa tierra buena.
Guardaos, pues, de olvidar la alianza que Yahveh vuestro Dios ha concluido con
vosotros, y de haceros alguna escultura o representación de todo lo que Yahveh
tu Dios te ha prohibido; porque Yahveh tu Dios es un fuego devorador, un Dios
celoso.
Cuando hayas engendrado hijos y nietos y hayáis envejecido en el país, si os
pervertís y hacéis alguna escultura de cualquier representación, si hacéis lo
malo a los ojos de Yahveh tu Dios hasta irritarle, hoy por testigos contra
vosotros al cielo y a la tierra que desapareceréis rápidamente de esa tierra que
vais a tomar en posesión al pasar el Jordán. No prolongaréis en ella vuestros
días, porque seréis completamente destruidos. Yahveh os dispersará entre los
pueblos y no quedaréis más que unos pocos, en medio de las naciones adonde
Yahveh os lleve. Allí serviréis a dioses hechos por manos de hombre, de madera y
piedra, que ni ven ni oyen, ni comen ni huelen. Allí buscarás a Yahveh tu Dios;
y le encontrarás si le buscas con todo tu corazón y con toda tu alma.
Cuando estés angustiado y te alcancen todas estas palabras, al fin de los
tiempos, te volverás a Yahveh tu Dios y escucharás su voz; porque Yahveh tu Dios
es un Dios misericordioso: no te abandonará ni te destruirá, y no se olvidará de
la alianza que con juramento concluyó con tus padres.
Pregunta, pregunta a los tiempos antiguos, que te han precedido desde el día en
que Dios creó al hombre sobre la tierra: ¿Hubo jamás desde un extremo a otro del
cielo palabra tan grande como ésta? ¿Se oyó semejante? ¿Hay algún pueblo que
haya oído como tú has oído la voz del Dios vivo hablando de en medio del fuego,
y haya sobrevivido? ¿Algún dios intentó jamás venir a buscarse una nación de en
medio de otra nación por medio de pruebas, señales, prodigios y guerra, con mano
fuerte y tenso brazo, por grandes terrores, como todo lo que Yahveh vuestro Dios
hizo con vosotros, a vuestros mismos ojos, en Egipto? A ti se te ha dado a ver
todo esto, para que sepas que Yahveh es el verdadero Dios y que no hay otro
fuera de él. Desde el cielo te ha hecho oír su voz para instruirte, y en la
tierra te ha mostrado su gran fuego, y de en medio del fuego has oído sus
palabras". Porque amó a tus padres y eligió a su descendencia después de ellos,
te sacó de Egipto personalmente con su gran fuerza, desalojó ante ti naciones
más numerosas y fuertes que tú, te introdujo en su tierra y te la dio en
herencia, como la tienes hoy.
Reconoce, pues, hoy y medita en tu corazón que Yahveh es el único Dios allá
arriba en el cielo, y aquí abajo en la tierra; no hay otro." (Deuteronomio
4:1-39)
Yahveh me ha dicho: "Tú no pasarás este Jordán"
La línea que se inició en el Génesis permanece inalterada. Es la línea que
ata cada perla de esta joya que es la historia narrada en la Biblia. Ese hilo
conductor, ese motivo de ser, esa causa primaria, es este mandato: no se deben
hacer figuras para adorar, no se debe adorar a fuerzas naturales ni objetos del
espacio celeste, no se debe adorar a otro dios que no sea Yahveh, no existe otro
dios que no sea Yahveh, el dios del pueblo elegido es el único dios. Al mismo
tiempo se producen las demostraciones de poder que deben hacer la diferencia con
respecto a "los otros": "¿Hay algún pueblo que haya oído como tú has oído la voz
del Dios vivo hablando de en medio del fuego, y haya sobrevivido?".
Recapitulemos.
Dios crea los cielos y la tierra. Entre la creación aparece la humanidad la que
toma un camino errado que debe ser corregido. Dios crea y envía un pueblo
elegido generado especialmente para ser el ejecutor de esa reparación, y para
que este pueblo pueda cumplir esa tarea, Dios realiza todo tipo de
demostraciones. Esos testimonios de su poder son funda-mentales para que los
otros pueblos modifiquen sus acciones y adopten a Yahveh como único Dios.
Dios planta a su pueblo elegido en Egipto - donde lo prepara para la tarea -,
que será el primero en ser devastado por los israelitas y su dios, arrasado
desde sus entrañas, y a partir de allí se inicia una erradicación sistemática
del politeísmo de la región, al menos por ahora de ese territorio, ya veremos
que esta erradicación continuará más allá de lo imaginado.