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Conquista de Ay
"Yahveh dijo entonces a Josué:
"¡No tengas miedo ni te asustes! Toma contigo a toda la gente de guerra;
levántate y sube contra Ay. Mira que entrego en tus manos al rey de Ay, a su
pueblo, su ciudad y su territorio.
Harás con Ay y con su rey lo que has hecho con Jericó y con su rey. Pero como
botín sólo tomaréis los despojos y el ganado. Pon una emboscada a espaldas de la
ciudad"." (Josué 8:1-2)
La idea era hacerle creer a la gente de Ay que el ejército de los israelitas no
podía contra ellos y por eso, emprendían la retirada; con este engaño
conseguirían que los de Ay los persiguieran y dejaran sola la ciudad. Eso es
exactamente lo que ocurrió y entonces el verdadero ejército de Israel entró
desde atrás a la ciudad y la quemó.
"Yahveh dijo entonces a Josué:
"Tiende hacia Ay el dardo que tienes en tu mano porque en tu mano te la
entrego".
Josué tendió el dardo que tenía en la mano hacia la ciudad.
Tan pronto como extendió la mano, los emboscados surgieron rápidamente de su
puesto, corrieron y entraron en la ciudad, se apoderaron de ella y a toda prisa
la incendiaron.
Cuando los hombres de Ay volvieron la vista atrás y vieron la humareda que subía
de la ciudad hacia el cielo, no tuvieron fuerza para huir por un lado o por
otro.
El pueblo que iba huyendo hacia el desierto se volvió contra los perseguidores.
Viendo Josué y todo Israel que los emboscados habían tomado la ciudad y que
subía de ella una humareda, se volvieron y batieron a los hombres de Ay.
Los otros salieron de la ciudad a su encuentro, de modo que los hombres de Ay se
encontraron en medio de los israelitas, unos por un lado y otros por otro.
Estos los derrotaron hasta que no quedó superviviente ni fugitivo. Pero al rey
de Ay lo prendieron vivo y lo condujeron ante Josué.
Cuando Israel acabó de matar a todos los habitantes de Ay en el campo y en el
desierto, hasta donde habían salido en su persecución, y todos ellos cayeron a
filo de espada hasta no quedar uno, todo Israel volvió a Ay y pasó a su
población a filo de espada.
El total de los que cayeron aquel día, hombres y mujeres, fue 12.000, todos los
habitantes de Ay. Josué no retiró la mano que tenía extendida con el dardo hasta
que consagró al anatema a todos los habitantes de Ay. Israel se repartió
solamente el ganado y los despojos de dicha ciudad, según la orden que Yahveh
había dado a Josué. Josué incendió Ay y la convirtió para siempre en una ruina,
en desolación hasta el día de hoy.
Al rey de Ay lo colgó de un árbol hasta la tarde; y a la puesta del sol ordenó
Josué que bajaran el cadáver del árbol.
Lo echaron luego a la entrada de la puerta de la ciudad y amontonaron sobre él
un gran montón de piedras, que existe todavía hoy. " (Josué 8:18-29)
Queda claro que no era una simple cuestión de conquistar una ciudad sino que
había otro objetivo en juego, sino ¿por qué exterminarlos a todos, incluido al
rey a quien habían capturado vivo?
No me queda claro si el pueblo de Israel tenía conciencia del trabajo que estaba
realizando, si se daban cuenta de que estaban haciendo una "limpieza" -por
decirlo de alguna manera-.
Ya hemos visto que esta "limpieza" tiene sus exclusiones, los pueblos prohibidos
por Yahveh. ¿Y por qué se prohibía que ellos fueran tocados por el ejército de
Dios? Seguramente porque no merecían ese castigo, es posible que fueran pueblos
honestos, que no eran corruptos, a los que Dios conocía y quería conservar.
¿Cuál es el sentido de esta "limpieza" que Dios lleva a cabo? Imaginemos que
para edificar una casa, primero se debe rastrillar el terreno; nada bien hecho
se puede construir en un campo lleno de piedras y maleza. ¿Qué es lo que Dios
iba a construir? No nos apuremos, ya lo vamos a descubrir. Cada pieza en su
lugar, la obra está bastante avanzada, esta "obra de teatro" montada por Dios,
esta ópera, esta tragedia.
La línea central de la obra es cada vez mas clara y se refuerza una y otra vez.
Todo gira entorno a la eliminación del politeísmo y su reemplazo por un único
Dios, el dios de los hebreos, así como la preparación del terreno para la
llegada de aquél que va a realizar el mayor cambio de paradigmas jamás visto, el
Mesías, Jesús.
***
Cómo un pueblo logra ser excluido de la "limpieza" del pueblo elegido
"En cuanto se enteraron todos los
reyes que estaban de este lado del Jordán, en la Montaña, en la Tierra Baja, a
lo largo de la costa del mar Grande hasta la región del Líbano, hititas,
amorreos, cananeos, perizitas, jivitas y jebuseos, se aliaron para combatir como
un solo hombre contra Josué e Israel. Pero los habitantes de Gabaón se enteraron
de lo que había hecho Josué con Jericó y Ay, y recurrieron también ellos a la
astucia.
Fueron y se proveyeron de víveres, tomaron alforjas viejas para sus asnos y
odres de vino viejos, rotos y recosidos; sandalias viejas y remendadas en sus
pies y vestidos viejos. Todo el pan que llevaban para su alimento era seco y
desmigado.
Fueron donde Josué, al campamento de Guilgal, y le dijeron a él y a los hombres
de Israel: "Venimos de un país lejano: haced, pues, alianza con nosotros.
Los hombres de Israel respondieron a aquellos jivitas: "Acaso habitáis en medio
de nosotros y entonces no podemos hacer alianza con vosotros". Respondieron a
Josué: "Somos tus siervos". Josué les dijo: "¿Quiénes sois vosotros y de dónde
venís?". Le respondieron: "De muy lejana tierra vienen tus siervos, por la fama
de Yahveh tu Dios, pues hemos oído hablar de él, de todo lo que ha hecho en
Egipto y de todo lo que ha hecho con los dos reyes amorreos del otro lado del
Jordán, Sijón, rey de Jesbón y Og, rey de Basán, que vivía en Astarot. Y nos han
dicho nuestros ancianos y todos los habitantes de nuestra tierra: "Tomad en
vuestras manos provisiones para el viaje, id a su encuentro y decidles: "Siervos
vuestros somos: haced, pues, alianza con nosotros". Este nuestro pan estaba
caliente cuando hicimos provisión de él en nuestras casas para el viaje, el día
en que partimos para venir a vuestro encuentro: miradlo ahora duro y desmigado.
Estos odres de vino, que eran nuevos cuando los llenamos, se han roto; nuestras
sandalias y nuestros vestidos están gastados por lo largo del camino".
Los hombres hicieron aprecio de sus provisiones sin consultar el oráculo de
Yahveh. Josué hizo las paces con ellos, hizo con ellos pacto de conservarles la
vida, y los principales de la comunidad se lo juraron.
Sucedió que, al cabo de tres días de cerrado este pacto, supieron que vivían
cerca y habitaban en medio de Israel. Los israelitas partieron del campamento y
llegaron al tercer día a sus ciudades, que eran Gabaón, Kefirá, Beerot y Quiryat
Yearim. Los israelitas no los mataron porque los principales de la comunidad se
lo habían jurado por Yahveh Dios de Israel. Pero toda la comunidad murmuró de
los principales.
Todos los principales declararon a la comunidad reunida: "Nosotros lo hemos
jurado por Yahveh Dios de Israel; no podemos, pues, tocarlos. Lo que hemos de
hacer con ellos es: Déjalos con vida para que no venga sobre nosotros la Cólera
por el juramento que hemos hecho".
Les dijeron también los principales: "Que vivan, pero que sean leñadores y
aguadores de toda la comunidad". Así les dijeron los principales. Josué los
llamó y les dijo: "¿Por qué nos habéis engañado diciendo: "Vivimos muy lejos de
vosotros", siendo así que habitáis en medio de nosotros? Sois, pues, unos
malditos y nunca dejaréis de servir como leñadores y aguadores de la casa de mi
Dios". Le respondieron a Josué: "Es que tus siervos estaban bien enterados de la
orden que había dado Yahveh tu Dios a Moisés su siervo, de entregaros todo este
país y exterminar delante de vosotros a todos sus habitantes. Temimos mucho por
nuestras vidas a vuestra llegada y por eso hemos hecho esto. Ahora, aquí estamos
en tus manos: haz con nosotros lo que te parezca bueno y justo".
Así hizo con ellos, los salvó de la mano de los israelitas, que no los mataron.
Aquel día los puso Josué como leñadores y aguadores de la comunidad y del altar
de Yahveh hasta el día de hoy, en el lugar que Yahveh había de elegir." (Josué
9:1-27)
Si nos guiamos por una lógica que nos lleva a pensar que Dios todo lo ve,
obviamente no es difícil deducir que Él sabía que esta gente estaba mintiendo y
aún así dejó que engañaran a los israelitas. Entonces deberíamos creer que este
pueblo que se convirtió a último momento, no eran gente mala, no serían parte de
la degradación general, y que habían aceptado a Yahveh como su dios y, por lo
tanto no tendrían tantas culpas como para que Él, de todas maneras, los
arrasara. Así que con ese "engaño" lograron ser excluidos de la masacre.
No sólo no los atacaron, a estos gabaonitas, sino que además los defendieron del
ataque de otros pueblos.
"Los gabaonitas mandaron a decir a
Josué al campamento de Guilgal: No dejes solos a tus siervos; sube aprisa donde
nosotros, sálvanos y socórrenos, porque se han aliado contra nosotros todos los
reyes amorreos que habitan en la montaña".
Josué subió de Guilgal con toda la gente de guerra y todos los guerreros
valientes. Y Yahveh dijo a Josué: "No les temas, porque los he puesto en tus
manos; ninguno de ellos te podrá resistir".
Josué cayó sobre ellos de improviso, tras haber caminado toda la noche desde
Guilgal.
Yahveh los puso en fuga delante de Israel y les causó una gran derrota en Gabaón:
los persiguió por el camino de la subida de Bet Jorón, y los batió hasta Azecá
(y hasta Maquedá).
Mientras huían ante Israel por la bajada de Bet Jorón, Yahveh lanzó del cielo
sobre ellos hasta Azecá grandes piedras, y murieron. Y fueron más los que
murieron por las piedras que los que mataron los israelitas a filo de espada.
Entonces habló Josué a Yahveh, el día que Yahveh entregó al amorreo en manos de
los israelitas, a los ojos de Israel y dijo: "Deténte, sol, en Gabaón, y tú,
luna, en el valle de Ayyalón". Y el sol se detuvo y la luna se paró hasta que el
pueblo se vengó de sus enemigos.
¿ No está esto escrito en el libre del Justo? El sol se paró en medio del cielo
y no tuvo prisa en ponerse como un día entero.
No hubo día semejante ni antes ni después, en que obedeciera Yahveh a la voz de
un hombre.
Es que Yahveh combatía por Israel." (Josué 10:6-14)
Dios realiza prodigios para salvar a la gente de un pueblo que no pertenece
al pueblo elegido, al mismo tiempo, envía un claro mensaje a los que observan:
si aceptan a Yahveh como su Dios, Él los va a proteger.
Esta situación se repetirá muchas otras veces, no de la misma forma pero sí con
el mismo resultado. El pueblo elegido no podrá tocar a determinados pueblos, a
los excluidos de la "limpieza", Dios no se los va a entregar como hizo con
tantos otros.