• Un único Dios ISBN 9789873324383, y El observador ISBN 9789873324376
  • por Alberto Canen, todos los derechos reservados, copyright 2010-2018
  • Buenos Aires, Argentina
  • editor@albertocanen.com.ar
Home El Genesis El origen del monoteismo El Diluvio Abraham Los hebreos en Egipto El Exodo Jueces Reyes La diaspora El Mesias Videos Librerias Cordero de Dios El Tetramorfo Preguntas frecuentes sobre espiritualidad Preguntas frecuentas acerca de los libros Articulos de Genesis y Ciencia Libros electronicos Audio libro Solicite su copia impresa Permisos licencias y limitaciones Prensa El autor Contáctenos

Descarga el libro EL OBSERVADOR de Alberto Canen

El genesis y la ciencia

Descarga el libro UN ÚNICO DIOS de Alberto Canen

La biblia y el pueblo elegido

El rey David - La Biblia


El rey David

Examinemos un poco esta narración.

"Dijo Yahveh a Samuel: "¿Hasta cuándo vas a estar llorando por Saúl, después que yo le he rechazado para que no reine sobre Israel? Llena tu cuerno de aceite y vete. Voy a enviarte a Jesé, de Belén, porque he visto entre sus hijos un rey para mí". Samuel replicó: "¿Cómo voy a ir? Se enterará Saúl y me matará". Respondió Yahveh: "Lleva contigo una becerra y di: "He venido a sacrificar a Yahveh". " (I Samuel 16:1-2)

¿No parecen niños con su padre? ¿Y acaso Dios no se presenta como un padre compasivo y comprensivo, que debe tratar con sus hijos que son chicos y no pueden ver más allá?
Da la sensación que su actitud se acerca a un: "Anda, y haz lo que te digo…, yo sé por qué.., no me discutas."., pero bien, con buen tono, sin enojarse…, al menos esta vez.

Dios le indica a Samuel que vaya a buscar el nuevo rey, le aclara que Él le va a señalar quién es.
Samuel se dirige a la casa de Jesé quien le presenta a sus hijos, pero el más pequeño, David, no estaba entre ellos. Dios no le señala a ninguno, por eso Samuel le dice a Jesé que esperarán a David.
Dios arma los escenarios y las historias, lo que parece casual en realidad es causal. Va colocando pequeñas y grandes piezas del rompecabezas, que por momentos parecen carecer de importancia, sin embargo son como joyas engarzadas en un cordel, sólo hay que ver ese cordel y seguirlo, porque ese cordel es el que une todas las piezas y les da sentido.
David es pastor, es el pastor que cuida las ovejas.
Moisés también era pastor y apacentaba las ovejas de su suegro.

***
- ¿Ves la idea del buen pastor? - le digo a mi hijo Lautaro
La imagen del buen pastor es fundamental en la historia general, se refuerza una y otra vez, porque Dios es el pastor, Dios es el buen pastor, el que va a hacer lo que sea necesario para recuperar a las ovejas extraviadas, las almas extraviadas, esta humanidad extraviada.
Vamos a ver luego, cerca del final, a Jesús, encarnando esta idea primordial del buen pastor. He aquí otra pieza de este maravilloso rompecabezas.-
- Los reyes deberían ser buenos pastores - me dice Lautaro.
Si…, los reyes deberían ser buenos pastores - pienso.
¿Será toda esta historia que nos narra la Biblia desde Adán a Cristo un intento de recuperar a las ovejas extraviadas? Pero, ¿qué ovejas?, ¿de qué rebaño?
El gran rebaño es la humanidad, Dios el pastor, las ovejas descarriadas los pueblos sumidos en la adoración a los dioses falsos, sumidos en la adoración a las fuerzas de la naturaleza como si fuesen dioses. Entonces vemos como Dios recupera las ovejas que pueden ser devueltas al rebaño y sacrifica a las que ya no pueden ser recuperadas para que no extiendan la enfermedad al resto. Todo ello realizado en el marco de un infinito amor y misericordia, aún cuando debe tomar acciones dolorosas.
***

Volvamos a la historia…

"Mandó, pues, que lo trajeran; era rubio, de bellos ojos y hermosa presencia.
Dijo Yahveh: "Levántate y úngelo, porque éste es".
Tomó Samuel el cuerno de aceite y le ungió en medio de sus hermanos. Y a partir de entonces, vino sobre David el espíritu de Yahveh.
Samuel se levantó y se fue a Ramá. " (I Samuel 16:12-13)

Samuel lo unge delante de sus hermanos, y muestra que el espíritu de Dios está con él.

Continúa.

"El espíritu de Yahveh se había apartado de Saúl y un espíritu malo que venía de Yahveh le perturbaba. Dijéronle, pues, los servidores de Saúl: "Mira, un espíritu malo de Dios te aterroriza; permítenos, señor, que tus siervos que están en tu presencia te busquen un hombre que sepa tocar la cítara, y cuando te asalte el espíritu malo de Dios tocará y te hará bien". Dijo Saúl a sus servidores: "Buscadme, pues, un hombre que sepa tocar bien y traédmelo". Tomó la palabra uno de los servidores y dijo: "He visto a un hijo de Jesé el belemita que sabe tocar; es valeroso, buen guerrero, de palabra amena, de agradable presencia y Yahveh está con él".
Despachó Saúl mensajeros a Jesé que le dijeran: "Envíame a tu hijo David, el que está con el rebaño".
Tomó Jesé cinco panes, un odre de vino y un cabrito y lo envió a Saúl con su hijo David.
Llegó David donde Saúl y se quedó a su servicio.
Saúl le cobró mucho afecto y le hizo su escudero.
Mandó Saúl a decir a Jesé: "Te ruego que tu hijo David se quede a mi servicio, porque ha hallado gracia a mis ojos".
Cuando el espíritu de Dios asaltaba a Saúl, tomaba David la cítara, la tocaba, Saúl, encontraba calma y bienestar y el espíritu malo se apartaba de él. " (I Samuel 16:14-23)

Observemos que Dios envía un espíritu para que moleste a Saúl con el fin de justificar, de esta manera, la entrada de David.
Vemos cómo Dios se ingenia para que David llegue a su lugar sin que Saúl se enoje, o lo maltrate, o le hiciese cosas peores.

Y ahora… Goliat.

"Reunieron los filisteos sus tropas para la guerra y se concentraron en Soko de Judá, acampando entre Soko y Azeca, en Efes Dammim.
Se reunieron Saúl y los hombres de Israel, acamparon en el valle del Terebinto y se ordenaron en batalla frente a los filisteos.
Ocupaban los filisteos una montaña por un lado y los israelitas ocupaban la montaña frontera, quedando el valle por medio.
Salió de las filas de los filisteos un hombre de las tropas de choque, llamado Goliat, de Gat, de seis codos y un palmo de estatura; tenía un yelmo de bronce sobre su cabeza y estaba revestido de una coraza de escamas, siendo el peso de la coraza 5.000 siclos de bronce.
Tenía en las piernas grebas de bronce y una jabalina de bronce entre los hombros.
El asta de su lanza era como enjullo de tejedor y la punta de su lanza pesaba seiscientos siclos de hierro.
Su escudero le precedía.
Goliat se plantó y gritó a las filas de Israel diciéndoles: "¿Para qué habéis salido a poneros en orden de batalla? ¿Acaso no soy yo filisteo y vosotros servidores de Saúl? Escogeos un hombre y que baje contra mí. Si es capaz de pelear conmigo y me mata, seremos vuestros esclavos pero si yo le venzo y le mato, seréis nuestros esclavos y nos serviréis". Y añadió el filisteo: "Yo desafío hoy a las filas de Israel; dadme un hombre y lucharemos mano a mano".
Oyó Saúl y todo Israel estas palabras del filisteo y se consternaron y se llenaron de miedo. " (I Samuel 17:1-11).

Es posible que este hombre, Goliat, midiera cerca de dos metros y medio o más, y que también tuviera una contextura bastante grande; su presencia debía de ser tremenda, intimidaría de sólo verlo.

David era un chico, un pastor; pero era un pastor bastante aguerrido, él mismo refiere que para cuidar sus ovejas mató osos y leones.

"Están Saúl, ellos y todos los hombres de Israel en el valle del Terebinto, guerreando con los filisteos".
Se levantó David de madrugada, dejó el rebaño al guarda y, tomado las cosas, se fue como le había mandado Jesé, y llegó al círculo del campamento justo cuando salía el ejército para ordenarse en batalla, lanzando el grito de guerra.
Israel y los filisteos se pusieron en orden de batalla, fila contra fila. Dejó David las cosas en manos del guardia de la impedimenta y corrió a las filas y fue a preguntar a sus hermanos cómo estaban. Mientras hablaba con ellos el hombre de las tropas de choque, llamado Goliat, el filisteo de Gat, subía de las filas de los filisteos, diciendo las mismas palabras, y le oyó David. En viéndole todos los hombres de Israel huyeron delante de él, llenos de miedo. Los hombres de Israel decían: "¿Habéis visto a este hombre que sube? Sube a provocar a Israel. A quien lo mate colmará el rey de grandes riquezas y le dará su hija y librará de tributo la casa de su padre en Israel". Preguntó, pues, David a los hombres que estaban a su lado: "¿Qué se hará al hombre que mate a ese filisteo y aparte la afrenta de Israel? Pues ¿quién es ese filisteo incircunciso para injuriar a las huestes de Dios vivo?". Y el pueblo le repitió las mismas palabras: "Así se hará al hombre que lo mate".
Se enteró Eliab, su hermano mayor, de su pregunta a los hombres y se encendió en cólera Eliab contra David, y le dijo: "¿Para qué has bajado, y a quién has dejado aquel pequeño rebaño en el desierto? Ya sé yo tu atrevimiento y la maldad de tu corazón. Has bajado para ver la batalla". Respondió David: "Pues ¿qué he hecho yo? ¿es que uno no puede hablar?". Y volviéndose se dirigió a otro y preguntó lo mismo y la gente le respondió como la primera vez. Fueron oídas las palabras que decía David y se lo contaron a Saúl, que le hizo venir. Dijo David a Saúl: "Que nadie se acobarde por ése. Tu siervo irá a combatir con ese filisteo". Dijo Saúl a David: "No puedes ir contra ese filisteo para luchar con él, porque tú eres un niño y él es hombre de guerra desde su juventud". Respondió David a Saúl: "Cuando tu siervo estaba guardando el rebaño de su padre y venía el león o el oso y se llevaba una oveja del rebaño, salía tras él, le golpeaba y se la arrancaba de sus fauces, y si se revolvía contra mí, lo sujetaba por la quijada y lo golpeaba hasta matarlo. Tu siervo ha dado muerte al león y al oso, y ese filisteo incircunciso será como uno de ellos, pues ha insultado a las huestes de Dios vivo". David: "Yahveh que me ha librado de las garras del león y del oso, me librará de la mano de ese filisteo".
Dijo Saúl a David: "Vete, y que Yahveh sea contigo".
Mandó Saúl que vistieran a David con sus propios vestidos y le puso un casco de bronce en la cabeza y le cubrió con una coraza. Ciñó a David su espada sobre su vestido. Intentó David caminar, pues aún no estaba acostumbrado, y dijo a Saúl: "No puedo caminar con esto, pues nunca lo he hecho". Entonces se lo quitaron. Tomó su cayado en la mano, escogió en el torrente cinco cantos lisos y los puso en su zurrón de pastor, en su morral, y con su honda en la mano se acercó al filisteo. El filisteo fue avanzando y acercándose a David, precedido de su escudero. Volvió los ojos el filisteo, y viendo a David, lo despreció, porque era un muchacho rubio y apuesto. Dijo el filisteo a David: "¿Acaso soy un perro, pues vienes contra mí con palos?". Y maldijo a David el filisteo por sus dioses, y dijo el filisteo a David: "Ven hacia mí y daré tu carne a las aves del cielo y a las fieras del campo". Dijo David al filisteo: "Tú vienes contra mí con espada, lanza y jabalina, pero yo voy contra ti en nombre de Yahveh Sebaot, Dios de los ejércitos de Israel, a los que has desafiado. Hoy mismo te entrega Yahveh en mis manos, te mataré y te cortaré la cabeza y entregaré hoy mismo tu cadáver y los cadáveres del ejército filisteo a las aves del cielo y a las fieras de la tierra, y sabrá toda la tierra que hay Dios para Israel. Y toda esta asamblea sabrá que no por la espada ni por la lanza salva Yahveh, porque de Yahveh es el combate y os entrega en nuestras manos".
Se levantó el filisteo y fue acercándose al encuentro de David; se apresuró David, salió de las filas y corrió al encuentro del filisteo. Metió su mano David en su zurrón, sacó de él una piedra, la lanzó con la honda e hirió al filisteo en la frente; la piedra se clavó en su frente y cayó de bruces en tierra. Y venció David al filisteo con la honda y la piedra; hirió al filisteo y le mató sin tener espada en su mano.
Corrió David, se detuvo sobre el filisteos y tomando la espada de éste de sacó de su vaina, le mató y le cortó la cabeza.
Viendo los filisteos que había muerto su campeón, huyeron.
Se levantaron los hombres de Israel y de Judá y, lanzando el grito de guerra, persiguieron a los filisteos hasta la entrada de Gat y hasta las puertas de Ecrón.
Los cadáveres de los filisteos cubrían el camino, desde Saaráyim hasta Gat y Ecrón.
Cuando los hijos de Israel regresaron de perseguir sañudamente a los filisteos, saquearon el campamento.
Tomó David la cabeza del filisteo, y la llevó a Jerusalén; pero sus armas las colocó en su tienda. " (I Samuel 17:19-54)

La historia es realmente cautivante, y a la vez terrible, el pequeño niño que ni siquiera es guerrero mata con un tiro de honda al gigante.
Me encanta la simpleza del hecho: la eterna lucha del bien contra el mal, del débil contra el fuerte, del pequeño contra el grande.
Justamente, David debía ser pequeño para que fuese evidente que detrás de él estaba el dios de los israelitas, nuevamente, como en otras ocasiones, debe resultar insoslayable la diferencia de fuerzas.
Ahora, este joven también era de temer, llevaba en su mano la cabeza del gigante.
Por supuesto, ésta había sido otra muestra de poder del dios de los israelitas. Otra muestra de poder para ser vista por "los otros", cercanos y lejanos, una historia que por transmisión oral y de pueblo en pueblo debería de haber llegado muy lejos, porque era el tipo de historias que se contarían alrededor de las hogueras, historias que se narrarían en las fiestas, y por otro lado, era de la clase de historias que hacían recapacitar a "los otros".
Quienes dirían: "el dios de los israelitas pelea por ellos; no son ellos en el campo de batalla, es su dios". Tal vez pensarían: "nuestros dioses no sirven de nada frente al dios de los israelitas, no hay dudas de que ése es un dios poderoso, deberíamos adoptarlo para nosotros".
También, es muy probable que sus sacerdotes, los sacerdotes de los otros, investigaran las creencias de los israelitas para saber qué debían hacer para caer bien a su Dios, y qué diferencias había entre sus creencias y las de ellos.
De todas maneras, todo era muy lento. No se podía cambiar de dioses de un día para otro. Al sacerdote que se le ocurriera proponer algo así, aunque estuviese en lo cierto y fuese lo mejor para su pueblo, corría el riesgo de ser muerto inmediatamente por su gente, tildado de traidor y hereje.
Así que, despacio, y de a poco.

Continuemos.

Saúl le había tomado inquina a David debido a que el pueblo israelita lo aplaudía, él era quien realizaba las campañas militares exitosas, sin embargo le tenían mayor aprecio que a él. Saúl estaba muy celoso de David y por eso decide matarlo.
Jonatan, el hijo de Saúl apreciaba mucho a David, -el texto dice que lo amaba como a sí mismo-, y es éste quien le advierte sobre las intenciones de matarlo que Saúl tenía.
Jonatan intercede ante su padre y lo convence de no matar a David, por el momento….

"Habló Jonatán a Saúl su padre en favor de David y dijo: "No peque el rey contra su siervo David, porque él no ha pecado contra ti, sino que te ha hecho grandes servicios. Puso su vida en peligro, mató al filisteo y concedió Yahveh una gran victoria para todo Israel. Tú lo viste y te alegraste. ¿Por qué, pues, vas a pecar contra sangre inocente haciendo morir a David sin motivo?". Escuchó Saúl las palabras de Jonatán y juró: "¡Vive Yahveh!, no morirá". Llamó entonces Jonatán a David, le contó todas estas palabras y llevó a David donde Saúl, y se quedó a su servicio como antes.
Reanudada la guerra, partió David para combatir a los filisteos, les causó una gran derrota y huyeron ante él. Se apoderó de Saúl un espíritu malo de Yahveh; estaba sentado en medio de la casa con su lanza en su mano y David tocaba. Intentó Saúl clavar con su lanza a David en la pared; esquivó David a Saúl y la lanza se clavó en la pared; huyó David y se puso a salvo. Aquella misma noche envió Saúl gente a la casa de David para vigilarle y matarle por la mañana, pero su mujer Mikal advirtió a David: "Si no te pones a salvo esta misma noche, mañana morirás". Mikal hizo bajar a David por la ventana. El partió y huyó poniéndose a salvo. " (I Samuel 19:4-12)

Durante mucho tiempo David estuvo huyendo de Saúl, quien estaba empecinado en matarlo, y había alertado al pueblo israelita para que le avisaran si lo veían. Mientras David huía se le unieron muchos desesperados y perseguidos, llegaron a ser más de cuatrocientos, y él fue su jefe.
En un momento, a Saúl, que iba al frente de tres mil hombres seleccionados en su búsqueda, le informan su ubicación, y así, se encuentra a merced de David sin saberlo.

"Subió de allí David y se asentó en los refugios de Engadí.
Cuando regresó Saúl de perseguir a los filisteos, le avisaron: "David está en el desierto de Engadí". Tomó entonces Saúl 3.000 hombres selectos de todo Israel y partió en busca de David y de sus hombres al este del roquedal de Yeelim.
Llegó a unos rediles de ganado junto al camino; había allí una cueva y Saúl entró en ella para hacer sus necesidades.
David y sus hombres estaban instalados en el fondo de la cueva.
Los hombres de David le dijeron: "Mira, este es el día que Yahveh te anunció: Yo pongo a tu enemigo en tus manos, haz de él lo que te plazca".
Levantóse David y silenciosamente cortó la punta del manto de Saúl.
Después su corazón le latía fuertemente por haber cortado la punta del manto de Saúl, y dijo a sus hombres: "Yahveh me libre de hacer tal cosa a mi señor y de alzar mi mano contra él, porque es el ungido de Yahveh".
David habló con energía a sus hombres para que no se lanzasen contra Saúl.
Saúl marchó de la cueva y continuó su camino, tras lo cual se levantó David, salió de la cueva y gritó detrás de Saúl: "¡Oh rey, mi señor!" Volvió Saúl la vista, e inclinándose David, rostro en tierra, se postró ante él, y dijo David a Saúl: "¿Por qué escuchas a las gentes que te dicen: David busca tu ruina? Hoy mismo han visto tus ojos que Yahveh te ha puesto en mis manos en la cueva, pero no he querido matarte, te he perdonado, pues me he dicho: No alzaré mi mano contra mi señor, porque es el ungido de Yahveh. Mira, padre mío, mira la punta de tu manto en mi mano; si he cortado la punta de tu manto y no te he matado, reconoce y mira que no hay en mi camino maldad ni crimen, ni he pecado contra ti, mientras que tú me pones insidias para quitarme la vida. Que juzgue Yahveh entre los dos y que Yahveh me vengue de ti, pero mi mano no te tocará, pues como dice el antiguo proverbio: De los malos sale malicia, pero mi mano no te tocará. ¿Contra quién sale el rey de Israel, a quién estás persiguiendo? A un perro muerto, a una pulga. Que Yahveh juzgue y sentencie entre los dos, que él vea y defienda mi causa y me haga justicia librándome de tu mano".
Cuando David hubo acabado de decir estas palabras a Saúl, dijo Saúl: "¿Es ésta tu voz, hijo mío David?". Y alzando Saúl su voz, rompió a llorar, y dijo a David: "Más justo eres tú que yo, pues tú me haces beneficios y yo te devuelvo males; hoy has mostrado tu bondad, pues Yahveh me ha puesto en tus manos y no me has matado. ¿Qué hombre encuentra a su enemigo y le permite seguir su camino en paz? Que Yahveh te premie por el bien que hoy me has hecho. Ahora tengo por cierto que reinarás y que el reino de Israel se afirmará en tus manos. Ahora, pues, júrame por Yahveh que no exterminarás mi descendencia después de mí y que no borrarás mi nombre de la casa de mi padre". David se lo juró a Saúl. Saúl se fue a su casa y David y sus hombres subieron al refugio. " (I Samuel 24:1-23)

Vemos que David es mejor como persona que Saúl, que teme a Dios y respeta sus decisiones, aunque puedan costarle la vida. Puede matar a Saúl, sin embargo no lo hace, porque es conciente de que fue Dios quien ungió a Saúl rey. Quien no va a dejar de perseguirlo hasta su muerte.
David vuelve a tener otra oportunidad de matar a Saúl; sin embargo, una vez más, le demuestra que no lo hace porque respeta a Dios y el hecho de que Saúl haya sido ungido por Él.

"Llegaron los zifitas donde Saúl, en Guibeá, diciendo: "¿Acaso no está escondido David en la colina de Jakilá, hacia el este de la estepa?".
Se levantó Saúl y bajó al desierto de Zif, con tres mil hombres escogidos de Israel, para buscar a David en el desierto de Zif.
Acampó Saúl en la colina de Jakilá, que está al este de la estepa, junto al camino.
Andaba David por el desierto y vió que entraba Saúl en el desierto para perseguirle. Envió David exploradores y supo con seguridad que Saúl había venido.
Se levantó David y llegó al lugar donde acampaba Saúl. Observó el sitio en que estaban acostados Saúl y Abner, hijo de Ner, jefe de su tropa. Dormía Saúl en el círculo del campamento, estando la tropa acampada en derredor de él.
David dirigió la palabra a Ajimélek, hitita, y a Abisay, hijo de Sarvia, hermano de Joab, diciendo: "¿Quién quiere bajar conmigo al campamento, donde Saúl?". Abisay respondió: "Yo bajo contigo".
David y Abisay se dirigieron de noche hacia la tropa. Saúl dormía acostado en el centro del campamento, con su lanza, clavada en tierra, a su cabecera; Abner y el ejército estaban acostados en torno a él. Dijo entonces Abisay a David: "Hoy ha copado Dios a tu enemigo en tu mano. Déjame que ahora mismo lo clave en tierra con la lanza de un solo golpe. No tendré que repetir". Pero David dijo a Abisay: "No lo mates. ¿Quién atentó contra el ungido de Yahveh y quedó impune?". Añadió David: "Vive Yahveh, que ha de ser Yahveh quien le hiera, bien que llegue su día y muera, bien que baje al combate y perezca. Líbreme Yahveh de levantar mi mano contra el ungido de Yahveh. Ahora toma la lanza de su cabecera y el jarro de agua y vámonos". Tomó David la lanza y el jarro de la cabecera de Saúl y se fueron.
Nadie los vio, nadie se enteró, nadie se despertó. Todos dormían porque se había abatido sobre ellos el sopor profundo de Yahveh.
Pasó David al otro lado y se colocó lejos, en la cumbre del monte, quedando un gran espacio entre ellos.
Gritó David a la gente y a Abner, hijo de Ner, diciendo: "¿No me respondes, Abner?". Respondió Abner: "¿Quién eres tú que me llamas?". Dijo David a Abner: "¿No eres tú un hombre? ¿Quién como tú en Israel? ¿Por qué, pues, no has custodiado al rey tu señor? Pues uno del pueblo ha entrado para matar al rey, tu señor. No está bien esto que has hecho. Vive Yahveh que sois reos de muerte por no haber velado sobre vuestro señor, el ungido de Yahveh. Mira ahora. ¿Dónde está la lanza del rey y el jarro del agua que había junto a la cabecera?". Reconoció Saúl la voz de David y preguntó: "¿Es ésta tu voz, hijo mío David?". Respondió David: "Mi voz es, oh rey, mi señor", y añadió: "¿Por qué persigue mi señor a su siervo? ¿Qué he hecho y qué maldad hay en mí? Que el rey mi señor se digne escuchar ahora las palabras de su siervo. Si es Yahveh quien te excita contra mí, que sea aplacado con una oblación, pero si son los hombres, malditos sean ante Yahveh, porque me expulsan hoy para que no participe en le heredad de Yahveh, diciéndose: "Que vaya a servir a otros dioses". Que no caiga ahora mi sangre en tierra lejos de la presencia de Yahveh, pues ha salido el rey de Israel a la caza de mi vida como quien persigue una perdiz en los montes". Respondió Saúl: "He pecado. Vuelve, hijo mío, David, no te haré ya ningún mal, ya que mi vida ha sido hoy preciosa a tus ojos. Me he portado como un necio y estaba totalmente equivocado". Respondió David: "Aquí está la lanza del rey. Que pase uno de los servidores y la tome. Yahveh devolverá a cada uno según su justicia y su fidelidad; pues hoy te ha entregado Yahveh en mis manos, pero no he querido alzar mi mano contra el ungido de Yahveh. De igual modo que tu vida ha sido hoy de gran precio a mis ojos, así será de gran precio la mía a los ojos de Yahveh, de suerte que me libere de toda angustia". Saúl a David: "Bendito seas, hijo mío David. Triunfarás en todas tus empresas". Siguió David por su camino y Saúl se volvió a su casa". " (I Samuel 26:1-25).

David comprende que Saúl no cederá en su intención de matarlo y decide ir a vivir con los filisteos.

"Dijo David a Akís: "Si he hallado gracia a tus ojos, que se me asigne un lugar en una de las ciudades del territorio, para residir en ella. ¿Por qué ha de morar tu siervo a tu lado, en la ciudad real?". Aquel mismo día le asignó Akís Siquelag; por esto Siquelag pertenece hasta el día de hoy a los reyes de Judá.
El número de días que moró David en territorio de los filisteos fue de un año y cuatro meses.
Subía David con su gente y hacía incursiones contra los guesuritas, los guirzitas y los amalecitas, pues éstos son los habitantes de la región, desde Telam, yendo hacia Sur, hasta la tierra de Egipto. Devastaba David la tierra y no dejaba con vida hombre ni mujer; se apoderaba de las ovejas y bueyes, asnos y camellos y vestidos, y se volvía para llevarlos a Akís. Akís preguntaba: "¿Donde habéis hecho hoy la incursión?", y David respondía: "Contra el Négueb de Judá, contra el Négueb de Yerajmeel, contra el Négueb de los quenitas". David no dejaba llevar a Gat con vida hombres ni mujeres, pues decía: "No sea que den aviso contra nosotros y digan: "Esto ha hecho David".
"De esta forma se comportó David todo el tiempo que moró en territorio de filisteos.
Akís confiaba en David diciéndose: "Seguramente se ha hecho odioso a su pueblo Israel y será mi servidor para siempre". " (I Samuel 27:5-12)

Nuevamente, los filisteos van a la guerra contra los israelitas y David los acompaña.

"Dijeron los jefes de los filisteos: "¿Qué hacen estos hebreos?". Akís respondió a los jefes de los filisteos: "Es David, el servidor de Saúl, el rey de Israel; ha estado conmigo un año o dos y no he hallado nada contra él desde el día en que vino a mí hasta hoy". Los tiranos de los filisteos se irritaron contra él y le dijeron: "Manda regresar a ese hombre y que se vuelva al lugar que le señalaste. Que no baje con nosotros a la batalla, no sea que se vuelva contra nosotros durante la lucha. ¿Cómo se ganará éste el favor de su dueño mejor que con las cabezas de estos hombres? No es éste David de quien cantaban en coro: Saúl mató sus millares y David sus miríadas?". Akís llamó a David y le dijo: "! Vive Yahveh! que tú eres leal y me hubiera gustado que salieras y entraras conmigo en el campamento, pues nada malo he hallado en ti desde el día en que viniste a mí hasta hoy, pero no eres bien visto por los tiranos. Ahora vuélvete y vete en paz, y así no harás nada malo a los ojos de los tiranos de los filisteos". David dijo a Akís: "¿Qué he hecho yo y qué has hallado en tu siervo, desde el día en que me puse a tu servicio hasta hoy, para que no pueda ir a luchar contigo contra los enemigos del rey, mi señor?". Respondió Akís a David: "Bien sabes que me eres grato como un ángel de Dios; pero los tiranos filisteos han dicho: "No bajará al combate con nosotros". Levántate, pues, de mañana, con los servidores de tu señor que han venido contigo e id al sitio que os he asignado. No guardes resentimiento en tu corazón, porque me eres grato. Levantaos de mañana y partid en cuanto sea de día".
David y sus hombres se levantaron temprano para partir por la mañana y volverse a la tierra de los filisteos.
Los filisteos por su parte subieron a Yizreel. " (I Samuel 29:3-11)

Hagamos un resumen de la historia de David hasta aquí.
David es elegido por Dios para ser rey de los israelitas, suplantará a Saúl quien ya había caído en desgracia a sus ojos. Saúl le tiene envidia y celos y lo persigue durante toda su vida pero no logra matarlo. Sin embargo, David le perdona la vida varias veces.
David es temeroso y respetuoso de Dios, pero se comporta como uno más del pueblo, tal vez un poco mejor, pero no mucho más, -en el sentido de que realiza los mismos actos bárbaros que los demás-. Pensemos que no duda en matar a cien filisteos para llevar sus prepucios a Saúl a cambio de una de sus hijas. Tampoco duda en aliarse con los enemigos de su pueblo, los filisteos, y hacer con ellos muchas incursiones de tierra arrasada sobre los israelitas. En esta guerra, es capaz de ponerse a las órdenes de los filisteos, y marchar contra su propia gente, hasta los filisteos dudaron y se preguntaron si no sería un riesgo tener a un israelita a sus espaldas.

Es importante recordar lo que les había dicho Yahveh cuando los israelitas pidieron tener un rey. Este les advirtió que ya no iba a estar con ellos como antes, y que los reyes que tuviesen los iban a maltratar. Como hemos visto, y vamos a seguir viendo, lo que Dios dice se cumple, no hay nada que se pueda hacer al respecto.

- Dios les había avisado lo que les iba a pasar con los reyes - me dice mi hijo Lautaro.
- Si así es -no se le escapa nada, pienso-. No es que Dios los castigó -le explico-, simplemente se alejó de ellos para ver como les iba sin él. Ya no los ayudó como antes, apenas si le dio algunas respuestas vagas a David, y, aunque este seguía teniendo la "suerte" de su parte, no podemos ver que tuviera claro el camino que transitaba ni hacia donde se dirigía, -digo "suerte", porque detrás de esa "suerte" siempre estuvo Dios- .

En combate con los filisteos, Saúl se suicida al ver que estaba perdido, su escudero también se suicida con él.
Así termina éste, el primer rey de los israelitas…, sin pena ni gloria.

"Después de esto, consultó David a Yahveh diciendo: "¿Debo subir a alguna de las ciudades de Judá?". Yahveh le respondió: "Sube". David preguntó: "¿A cuál subiré?". "A Hebrón", respondió.
Subió allí David con sus dos mujeres, Ajinoam de Yizreel y Abigaíl la mujer de Nabal de Carmelo.
David hizo subir a los hombres que estaban con él, cada cual con su familia, y se asentaron en las ciudades de Hebrón. Llegaron los hombres de Judá, y ungieron allí a David como rey sobre la casa de Judá. Comunicaron a David que los hombres de Yabés de Galaad habían sepultado a Saúl. Y David envió mensajeros a los hombres de Yabés de Galaad para decirles: "Benditos seáis de Yahveh por haber hecho esta misericordia con Saúl, vuestro señor, dándole sepultura. Que Yahveh sea con vosotros misericordioso y fiel. También yo os trataré bien por haber hecho esto"." (II Samuel 2:1-6)

David es ungido rey de Judá, -no de todos los israelitas-, el resto de las tribus habían nombrado a Isbaal, hijo de Saúl, como rey de Israel.
Aquí comienza una guerra intestina entre los seguidores de Isbaal y los de David.
En este tiempo, David gana cada vez más poder ante las otras tribus.

"Durante la guerra entre la casa de Saúl y la casa de David, Abner adquirió predominio en la casa de Saúl." (II Samuel 3:6)
(…)
"Envió Abner mensajeros para decir a David: "... Haz un pacto conmigo y me pondré de tu parte para traer a ti todo Israel". David respondió: "Bien. Haré un pacto contigo. Solamente te pido una cosa. No te admitiré a mí presencia si cuando vengas a verme no traes a Mikal, la hija de Saúl".
Envió David mensajeros a Isbaal, hijo de Saúl, para decirle: "Devuélveme a mi mujer Mikal, que adquirí por cien prepucios de filisteos".
Isbaal mandó que la tomaran de casa de su marido Paltiel, hijo de Layis. Su marido partió con ella; la seguía llorando detrás de ella, hasta Bajurim. Abner le dijo: "Anda vuélvete". Y se volvió"." (II Samuel 3:12-16).

Otro pantallazo que nos describe a David: ¿para qué quería a esta mujer Mikal?,-que tenía marido desde hacía muchos años-; además, él ya contaba con varias mujeres; y, para agregar una carga extra a su culpa, haría sufrir al marido de ésta por su pérdida. Mikal no era soltera, Mikal no era una mujer libre.

Veamos otra pintura de la conducta de David.

"Vinieron los veteranos de David, con Joab, de hacer una correría, trayendo un gran botín. No estaba ya Abner con David en Hebrón, pues David le había despedido y él había marchado en paz. " (II Samuel 3:22)

"(…) una correría, trayendo un gran botín"… acota el texto, casi delincuentes…

Continuamos.

"Cuando Isbaal, hijo de Saúl, supo que había muerto Abner en Hebrón, desfallecieron sus manos y todo Israel quedo consternado.
Estaban con Isbaal, hijo de Saúl, dos hombres, jefes de banda, uno llamado Baaná y el otro Rekab, hijos de Rimmón de Beerot, benjaminitas, porque también Beerot se considera de Benjamín.
Los habitantes de Beerot habían huido a Guittáyim, donde se han quedado hasta el día de hoy como forasteros residentes.
(…)
Se pusieron en camino Rekab y Baaná, hijos de Rimmón de Beerot, y llegaron a casa de Isbaal con el calor del día, cuando dormía la siesta. Entraron en la casa. La portera se había dormido mientras limpiaba el trigo. Rekab y su hermano Baaná se deslizaron cautelosamente y entraron en la casa; estaba Isbaal acostado en su lecho, en su dormitorio; le hirieron y le mataron; luego le cortaron la cabeza y tomándola caminaron toda la noche por la ruta de la Arabá. Llevaron la cabeza de Isbaal a David, en Hebrón, y dijeron al rey: "Aquí tienes la cabeza de Isbaal, hijo de Saúl, tu enemigo, el que buscó tu muerte. Hoy ha concedido Yahveh a mi señor el rey venganza sobre Saúl y sobre su descendencia". Respondió David a Rekab y a su hermano Baaná, hijos de Rimmón de Beerot, y les dijo: "¡Vive Yahveh, que ha librado mi alma de toda angustia! Al que me anunció que Saúl había muerto, creyendo que me daba buena noticia, le agarré y ordené matarle en Siquelag dándole este pago por su buena noticia; ¿cuánto más ahora que hombres malvados han dado muerte a un hombre justo en su casa y en su lecho no os voy a pedir cuenta de su sangre, exterminándoos de la tierra?". Y David dio una orden a sus muchachos, que los mataron, les cortaron las manos y los pies y los colgaron junto a la alberca de Hebrón. Tomaron la cabeza de Isbaal y la sepultaron en el sepulcro de Abner, en Hebrón." (II Samuel 4:1-12)

Vemos que el texto se refiere a los soldados de David como "muchachos", y a los que estaban con Isbaal como "jefes de banda", ésa era la situación, en eso se habían convertido. Ya no eran el ejército de Dios, ahora eran casi bandoleros, casi forajidos. Sin Yahveh de guía, el destino de Israel empezaba a verse incierto.

David fue ungido primero rey de Judá y luego rey de Israel. Surge aquí una escisión en el pueblo elegido. La tribu de Judá abiertamente ya se ha separado y obra por su cuenta.

"Vinieron todas las tribus de Israel donde David a Hebrón y le dijeron: "Mira: hueso tuyo y carne tuya somos nosotros. Ya de antes, cuando Saúl era nuestro rey, eras tú el que dirigías las entradas y salidas de Israel. Yahveh te ha dicho: Tú apacentarás a mi pueblo Israel, tú serás el caudillo de Israel".
Vinieron, pues, todos los ancianos de Israel donde el rey, a Hebrón. El rey David hizo un pacto con ellos en Hebrón, en presencia de Yahveh, y ungieron a David como rey de Israel.
Treinta años tenía cuando comenzó a reinar y reinó cuarenta años.
Reinó en Hebrón sobre Judá siete años y seis meses.
Reinó en Jerusalén sobre todo Israel y sobre Judá 33 años." (II Samuel 5:1-5)

El reinado de David es beneficioso para Israel, en el sentido de que vence a sus enemigos. David es un gran militar y el pueblo está contento. Dios está con David, y éste es fiel a Dios.
Pero, no debemos olvidar lo que Yahveh le había dicho a Samuel cuando el pueblo le había pedido un rey… David no será la excepción.

"A la vuelta del año, al tiempo que los reyes salen a campaña, envió David a Joab con sus veteranos y todo Israel. Derrotaron a los ammonitas y pusieron sitio a Rabbá, mientras David se quedó en Jerusalén.
Un atardecer se levantó David de su lecho y se paseaba por el terrado de la casa del rey cuando vio desde lo alto del terrado a una mujer que se estaba bañando. Era una mujer muy hermosa.
Mandó David para informarse sobre la mujer y le dijeron: "Es Betsabé, hija de Eliam, mujer de Urías el hitita".
David envió gente que la trajese; llegó donde David y él se acostó con ella, cuando acababa de purificarse de sus reglas. Y ella se volvió a su casa.
La mujer quedó embarazada y envió a decir a David: "Estoy encinta". David mandó decir a Joab: "Envíame a Urías el hitita". Joab envió a Urías adonde David. Llegó Urías donde él y David le preguntó por Joab, y por el ejército y por la marcha de la guerra. Y dijo David a Urías: "Baja a tu casa y lava tus pies". Salió Urías de la casa del rey, seguido de un obsequio de la mesa real. Pero Urías se acostó a la entrada de la casa del rey, con la guardia de su señor, y no bajó a su casa. Avisaron a David: "Urías no ha bajado a su casa". Preguntó David a Urías: "¿No vienes de un viaje? ¿Por qué no has bajado a tu casa? Urías respondió a David: "El arca, Israel y Judá habitan en tiendas; Joab mi señor y los siervos de mi señor acampan en el suelo ¿y voy a entrar yo en mi casa para comer, beber y acostarme con mi mujer? ¡Por tu vida y la vida de tu alma, no haré tal!" Entonces David dijo a Urías: "Quédate hoy también y mañana te despediré". Se quedó Urías aquel día en Jerusalén y al día siguiente le invitó David a comer con él y le hizo beber hasta emborracharse. Por la tarde salió y se acostó en el lecho, con la guardia de su señor, pero no bajó a su casa. A la mañana siguiente escribió David una carta a Joab y se la envió por medio de Urías. En la carta había escrito: "Poned a Urías frente a lo más reñido de la batalla y retiraos de detrás de él para que sea herido y muera".
Estaba Joab asediando la ciudad y colocó a Urías en el sitio en que sabía que estaban los hombres más valientes. Los hombres de la ciudad hicieron una salida y atacaron a Joab; cayeron algunos del ejército de entre los veteranos de David; y murió también Urías el hitita. Joab envió a comunicar a David todas las noticias de la guerra, y ordenó al mensajero: "Cuando hayas acabado de decir al rey todas las noticias sobre la batalla, salta la cólera del rey de te dice: "¿Por qué os habéis acercado a la ciudad para atacarla? ¿No sabíais que tirarían sobre vosotros desde la muralla? ¿Quien mató a Abimélek, el hijo de Yerubbaal? ¿No arrojó una mujer sobre él una piedra de molino desde lo alto de la muralla y murió él en Tebés? ¿Por qué os habéis acercado a la muralla?", tú le dices: También ha muerto tu siervo Urías el hitita". Partió el mensajero y en llegando comunicó a David todo lo que le había mandado Joab. David se irritó contra Joab y dijo al mensajero: "¿Por qué os habéis acercado a la muralla para luchar? ¿Quién mató a Abimélek, el hijo de Yerubbaal? ¿No arrojó una mujer sobre él una piedra de molino desde lo alto de la muralla y murió él en Tebés? ¿Por qué os habéis acercado a la muralla?". El mensajero dijo a David: "Aquellos hombres se crecieron frente a nosotros, hicieron una salida contra nosotros en campo raso y los rechazamos hasta la entrada de la puerta, pero los arqueros tiraron contra tus veteranos desde lo alto de la muralla y murieron algunos de los veteranos del rey. También murió tu siervo Urías el hitita". Entonces David dijo al mensajero: "Esto has de decir a Joab: "No te inquietes por este asunto, porque la espada devora ya a uno ya a otro. Redobla tu ataque contra la ciudad y destrúyela". Y así le darás ánimos".
Supo la mujer de Urías que había muerto Urías su marido e hizo duelo por su señor. Pasado el luto, David envió por ella y la recibió en su casa haciéndola su mujer; ella le dio a luz un hijo; pero aquella acción que David había hecho desagradó a Yahveh. " (II Samuel 11:1-27)

David se comportaba como Dios esperaba que se comportaran los reyes, como ya se lo había advertido al pueblo a través de Samuel. Dios no se sorprende, simplemente hace lo que debía hacer, mostrar que tenía razón.
Dos reyes y los dos deben ser castigados por cometer crímenes ante Yahveh.

En las historias de estos soberanos podemos ver que ya no hay grandes acciones de Dios, esos hechos que tanto llamaron la atención de los pueblos de alrededor. Ya no vemos a Dios realizando grandes prodigios, parece el afianzamiento de una posición.
La historia de David matando a Goliat es inspiradora, pero nada más.
Aparentemente, ya se había hecho la limpieza más profunda de lo peor de los "otros pueblos" y su idolatría. Ahora parecía ser una época de redadas y guerras en las que los israelitas van y vienen, afianzando la posición de Yahveh en la región, pero casi con naturalidad. No debemos olvidar el contexto, la forma de hacer las guerras, y la forma de interactuar de la gente de esa época.
Mientras la narración se ocupa de temas triviales, casi domésticos, como las intrigas palaciegas de Saúl y David, en la periferia de la visión se advierte que siguen persiguiendo a los que adoran a los dioses falsos.
En esta instancia, se observan dos capas: en la superior y más visible está todo lo relacionado con los reyes y sus intrigas; y en la capa profunda, notamos que continúa la política original de erradicación de la idolatría pagana, la que, sin prisa pero sin pausa, sigue su camino.

Continuamos con David.

El crimen de David hace que Dios se disguste con él:

"¿Por qué has menospreciado a Yahveh haciendo lo malo a sus ojos, matando a espada a Urías el hitita, tomando a su mujer por mujer tuya y matándole por la espada de los ammonitas? Pues bien, nunca se apartará la espada de tu casa, ya que me has despreciado y has tomado la mujer de Urías el hitita para mujer tuya.
Así habla Yahveh: Haré que de tu propia casa se alce el mal contra ti. Tomaré tus mujeres ante tus ojos y se las daré a otro que se acostará con tus mujeres a la luz de este sol. Pues tú has obrado en lo oculto, pero yo cumpliré esta palabra ante todo Israel y a la luz del sol".
David dijo a Natán : "He pecado contra Yahveh". Respondió Natán a David: "También Yahveh perdona tu pecado; no morirás. Pero por haber ultrajado a Yahveh con ese hecho, el hijo que te ha nacido morirá sin remedio". Y Natán se fue a su casa.
Hirió Yahveh al niño que había engendrado a David la mujer de Urías y enfermó gravemente." (II Samuel 12:9-15)

El niño muere al concluir la semana, y comienza a cumplirse el castigo de Dios para David.
También ocurre otro hecho, Amnón, uno de los hijos de David, viola a Tamar, una de sus hermanastras, así comete otra grave acción frente a los ojos de Dios. David se entera pero no castiga a su hijo porque le era muy querido.
Es este mismo Absalón, hermano de Tamar, -mujer violada por Amnón-, el que dos años después intentará matar a todos los hijos de David, o sea, sus hermanos y hermanastros, pero sólo logra matar a uno, a Amnón. Luego de esto, Absalón huye a Guésur donde permanecerá tres años esperando que David se calme, finalmente vuelve y es perdonado por éste.
Absalón trata de socavar la autoridad del rey David intentando ganar adeptos, está claro que sus intenciones no eran las mejores.

"Al cabo de cuatro años dijo Absalón al rey:
"Permíteme que vaya a Hebrón a cumplir el voto que hice a Yahveh. Porque tu siervo hizo voto cuando estaba en Guesur de Aram diciendo: Si Yahveh me permite volver a Jerusalén, daré culto a Yahveh en Hebrón". El rey le dijo "Vete en paz". El se levantó y se fue a Hebrón.
Envió Absalón mensajeros a todas las tribus de Israel diciendo: "Cuando oigáis sonar el cuerno decid: "¡Absalón se ha proclamado rey en Hebrón!"
Con Absalón habían partido de Jerusalén doscientos hombres invitados; eran inocentes y no sabían absolutamente nada.
Absalón mandó a buscar a su ciudad de Guiló a Ajitófel el guilonita, consejero de David, y lo tuvo consigo cuando ofrecía los sacrificios. Así la conjuración se fortalecía y los partidarios de Absalón iban aumentando.
Llegó uno que avisó a David: "El corazón de los hombres de Israel va tras de Absalón". Entonces David dijo a todos los servidores que estaban con él en Jerusalén: "Levantaos y huyamos, porque no tenemos escape ante Absalón. Apresuraos a partir, no sea que venga a toda prisa y nos dé alcance, vierta sobre nosotros la ruina y pase la ciudad a filo de espada". Dijeron al rey sus servidores: "Para todo cuanto mi señor el rey elija estamos aquí tus servidores". El rey salió con toda su casa, a pie, dejando diez concubinas para guardar la casa. Salió el rey a pie, con todo el pueblo, y se detuvieron en la última casa. Estaban con él todos sus veteranos. Todos los kereteos, los perizitas, Ittay y todos los guititas, seiscientos hombres que le habían seguido desde Gat, marchaban delante del rey. Y dijo el rey a Ittay el guitita: "¿Por qué has de venir tú también conmigo? Vuélvete y quédate con el rey porque eres un extranjero, desterrado también de tu país. Llegaste ayer ¿y voy a obligarte hoy a andar errando con nosotros, cuando voy a la ventura? Vuélvete y haz que tus hermanos se vuelvan contigo; y que Yahveh tenga contigo amor y fidelidad". Ittay respondió al rey: "¡Por vida de Yahveh y por tu vida, rey mi señor, que donde el rey mi señor esté, para muerte o para vida, allí estará tu siervo!" Entonces David dijo a Ittay: "Anda y pasa".
Pasó Ittay de Gat con todos sus hombres y todas sus criaturas. Iban todos llorando con gran llanto.
El rey se detuvo en el torrente Cedrón y toda la gente pasaba ante él por el camino del desierto. " (II Samuel 15:7-23)

No hay duda de que el rey sabe que Absalón es de temer, y que debe cuidarse de él.
El castigo de Dios a David continúa su curso: "nunca se apartará la espada de tu casa, ya que me has despreciado y has tomado la mujer de Urías el hitita para mujer tuya. Así habla Yahveh: Haré que de tu propia casa se alce el mal contra ti", como ya lo habíamos visto.

El ejército de David sale a enfrentar a la tropa de Absalón pero sus súbditos le piden que se quede, para ellos, le dicen, era preferible perder diez mil hombres que perder al rey.
Absalón es asesinado por los israelitas en una situación totalmente fortuita, sin que mediara combate. Cuando David se entera, llora sin consuelo la pérdida de su hijo.
Es posible que también llorara porque sabía que Dios no lo había perdonado, y que la muerte de su hijo, Absalón, era culpa suya.

David vuelve a cometer una gran falta contra Dios.
Los censos sólo se podían hacer si Dios así lo mandaba, pero David, aunque conocía las leyes, vuelve a desviarse del camino y toma decisiones que no le correspondían, y censa a la población.
Esto disgusta enormemente a Dios.

"Después de haber hecho el censo del pueblo, le remordió a David el corazón y dijo David a Yahveh: "He cometido un gran pecado. Pero ahora, Yahveh, perdona, te ruego, la falta de tu siervo, pues he sido muy necio".
Cuando David se levantó por la mañana, le había sido dirigida la palabra de Yahveh al profeta Gad, vidente de David, diciendo: "Anda y di a David: Así dice Yahveh: Tres cosas te propongo; elige una de ellas y la llevaré a cabo".
Llegó Gad donde David y le anunció: "¿Qué quieres que te venga, tres años de gran hambre en tu país, tres meses de derrotas ante tus enemigos y que te persigan, o tres días de peste en tu tierra? Ahora piensa y mira qué debo responder al que me envía". David respondió a Gad: "Estoy en grande angustia. Pero caigamos en manos de Yahveh que es grande su misericordia. No caiga yo en manos de los hombres". Y David eligió la peste para sí.
Eran los días de la recolección del trigo. Yahveh envió la peste a Israel desde la mañana hasta el tiempo señalado y murieron 70.000 hombres del pueblo, desde Dan hasta Berseba. El ángel extendió la mano hacia Jerusalén para destruirla, pero Yahveh se arrepintió del estrago y dijo al ángel que exterminaba el pueblo: "¡Basta ya! Retira tu mano".
El ángel de Yahveh estaba entonces junto a la era de Arauná el jebuseo. Cuando David vio al ángel que hería al pueblo, dijo a Yahveh: "Yo fui quien pequé, yo cometí el mal, pero estas ovejas ¿qué han hecho? Caiga, te suplico, tu mano sobre mí y sobre la casa de mi padre". " (II Samuel 24:7-23)

En este párrafo no quedan dudas de que David sabía bien lo que hacía, y que era conciente de que estaba mal. Dios muestra con este terrible exterminio que no se debían contar a las personas sin su consentimiento. El número exacto del censo se pierde, volviendo a una cifra aproximada en situación similar al momento anterior a la ejecución de esta matanza. Sólo Yahveh sabe cuántos eran y cuántos son.
David le ofrece sacrificios para mostrarle su arrepentimiento, y Dios detiene la peste que había enviado.

Descarga el libro EL OBSERVADOR de Alberto Canen

El genesis y la ciencia

Descarga el libro UN ÚNICO DIOS de Alberto Canen

La biblia y el pueblo elegido