Descarga el libro EL OBSERVADOR de Alberto Canen
Descarga el libro UN ÚNICO DIOS de Alberto Canen
El rey David - La Biblia
El rey David
Examinemos un poco esta narración.
"Dijo Yahveh a Samuel: "¿Hasta cuándo vas a estar llorando por Saúl, después que yo le he rechazado para que no reine sobre Israel? Llena tu cuerno de aceite y vete. Voy a enviarte a Jesé, de Belén, porque he visto entre sus hijos un rey para mí". Samuel replicó: "¿Cómo voy a ir? Se enterará Saúl y me matará". Respondió Yahveh: "Lleva contigo una becerra y di: "He venido a sacrificar a Yahveh". " (I Samuel 16:1-2)
¿No parecen niños con su padre? ¿Y acaso Dios no se presenta como un padre
compasivo y comprensivo, que debe tratar con sus hijos que son chicos y no
pueden ver más allá?
Da la sensación que su actitud se acerca a un: "Anda, y haz lo que te digo…, yo
sé por qué.., no me discutas."., pero bien, con buen tono, sin enojarse…, al
menos esta vez.
Dios le indica a Samuel que vaya a buscar el nuevo rey, le aclara que Él le va a
señalar quién es.
Samuel se dirige a la casa de Jesé quien le presenta a sus hijos, pero el más
pequeño, David, no estaba entre ellos. Dios no le señala a ninguno, por eso
Samuel le dice a Jesé que esperarán a David.
Dios arma los escenarios y las historias, lo que parece casual en realidad es
causal. Va colocando pequeñas y grandes piezas del rompecabezas, que por
momentos parecen carecer de importancia, sin embargo son como joyas engarzadas
en un cordel, sólo hay que ver ese cordel y seguirlo, porque ese cordel es el
que une todas las piezas y les da sentido.
David es pastor, es el pastor que cuida las ovejas.
Moisés también era pastor y apacentaba las ovejas de su suegro.
***
- ¿Ves la idea del buen pastor? - le digo a mi hijo Lautaro
La imagen del buen pastor es fundamental en la historia general, se refuerza una
y otra vez, porque Dios es el pastor, Dios es el buen pastor, el que va a hacer
lo que sea necesario para recuperar a las ovejas extraviadas, las almas
extraviadas, esta humanidad extraviada.
Vamos a ver luego, cerca del final, a Jesús, encarnando esta idea primordial del
buen pastor. He aquí otra pieza de este maravilloso rompecabezas.-
- Los reyes deberían ser buenos pastores - me dice Lautaro.
Si…, los reyes deberían ser buenos pastores - pienso.
¿Será toda esta historia que nos narra la Biblia desde Adán a Cristo un intento
de recuperar a las ovejas extraviadas? Pero, ¿qué ovejas?, ¿de qué rebaño?
El gran rebaño es la humanidad, Dios el pastor, las ovejas descarriadas los
pueblos sumidos en la adoración a los dioses falsos, sumidos en la adoración a
las fuerzas de la naturaleza como si fuesen dioses. Entonces vemos como Dios
recupera las ovejas que pueden ser devueltas al rebaño y sacrifica a las que ya
no pueden ser recuperadas para que no extiendan la enfermedad al resto. Todo
ello realizado en el marco de un infinito amor y misericordia, aún cuando debe
tomar acciones dolorosas.
***
Volvamos a la historia…
"Mandó, pues, que lo trajeran; era
rubio, de bellos ojos y hermosa presencia.
Dijo Yahveh: "Levántate y úngelo, porque éste es".
Tomó Samuel el cuerno de aceite y le ungió en medio de sus hermanos. Y a partir
de entonces, vino sobre David el espíritu de Yahveh.
Samuel se levantó y se fue a Ramá. " (I Samuel 16:12-13)
Samuel lo unge delante de sus hermanos, y muestra que el espíritu de Dios
está con él.
Continúa.
"El espíritu de Yahveh se había
apartado de Saúl y un espíritu malo que venía de Yahveh le perturbaba. Dijéronle,
pues, los servidores de Saúl: "Mira, un espíritu malo de Dios te aterroriza;
permítenos, señor, que tus siervos que están en tu presencia te busquen un
hombre que sepa tocar la cítara, y cuando te asalte el espíritu malo de Dios
tocará y te hará bien". Dijo Saúl a sus servidores: "Buscadme, pues, un hombre
que sepa tocar bien y traédmelo". Tomó la palabra uno de los servidores y dijo:
"He visto a un hijo de Jesé el belemita que sabe tocar; es valeroso, buen
guerrero, de palabra amena, de agradable presencia y Yahveh está con él".
Despachó Saúl mensajeros a Jesé que le dijeran: "Envíame a tu hijo David, el que
está con el rebaño".
Tomó Jesé cinco panes, un odre de vino y un cabrito y lo envió a Saúl con su
hijo David.
Llegó David donde Saúl y se quedó a su servicio.
Saúl le cobró mucho afecto y le hizo su escudero.
Mandó Saúl a decir a Jesé: "Te ruego que tu hijo David se quede a mi servicio,
porque ha hallado gracia a mis ojos".
Cuando el espíritu de Dios asaltaba a Saúl, tomaba David la cítara, la tocaba,
Saúl, encontraba calma y bienestar y el espíritu malo se apartaba de él. " (I
Samuel 16:14-23)
Observemos que Dios envía un espíritu para que moleste a Saúl con el fin de
justificar, de esta manera, la entrada de David.
Vemos cómo Dios se ingenia para que David llegue a su lugar sin que Saúl se
enoje, o lo maltrate, o le hiciese cosas peores.
Y ahora… Goliat.
"Reunieron los filisteos sus tropas
para la guerra y se concentraron en Soko de Judá, acampando entre Soko y Azeca,
en Efes Dammim.
Se reunieron Saúl y los hombres de Israel, acamparon en el valle del Terebinto y
se ordenaron en batalla frente a los filisteos.
Ocupaban los filisteos una montaña por un lado y los israelitas ocupaban la
montaña frontera, quedando el valle por medio.
Salió de las filas de los filisteos un hombre de las tropas de choque, llamado
Goliat, de Gat, de seis codos y un palmo de estatura; tenía un yelmo de bronce
sobre su cabeza y estaba revestido de una coraza de escamas, siendo el peso de
la coraza 5.000 siclos de bronce.
Tenía en las piernas grebas de bronce y una jabalina de bronce entre los
hombros.
El asta de su lanza era como enjullo de tejedor y la punta de su lanza pesaba
seiscientos siclos de hierro.
Su escudero le precedía.
Goliat se plantó y gritó a las filas de Israel diciéndoles: "¿Para qué habéis
salido a poneros en orden de batalla? ¿Acaso no soy yo filisteo y vosotros
servidores de Saúl? Escogeos un hombre y que baje contra mí. Si es capaz de
pelear conmigo y me mata, seremos vuestros esclavos pero si yo le venzo y le
mato, seréis nuestros esclavos y nos serviréis". Y añadió el filisteo: "Yo
desafío hoy a las filas de Israel; dadme un hombre y lucharemos mano a mano".
Oyó Saúl y todo Israel estas palabras del filisteo y se consternaron y se
llenaron de miedo. " (I Samuel 17:1-11).
Es posible que este hombre, Goliat, midiera cerca de dos metros y medio o
más, y que también tuviera una contextura bastante grande; su presencia debía de
ser tremenda, intimidaría de sólo verlo.
David era un chico, un pastor; pero era un pastor bastante aguerrido, él mismo
refiere que para cuidar sus ovejas mató osos y leones.
"Están Saúl, ellos y todos los
hombres de Israel en el valle del Terebinto, guerreando con los filisteos".
Se levantó David de madrugada, dejó el rebaño al guarda y, tomado las cosas, se
fue como le había mandado Jesé, y llegó al círculo del campamento justo cuando
salía el ejército para ordenarse en batalla, lanzando el grito de guerra.
Israel y los filisteos se pusieron en orden de batalla, fila contra fila. Dejó
David las cosas en manos del guardia de la impedimenta y corrió a las filas y
fue a preguntar a sus hermanos cómo estaban. Mientras hablaba con ellos el
hombre de las tropas de choque, llamado Goliat, el filisteo de Gat, subía de las
filas de los filisteos, diciendo las mismas palabras, y le oyó David. En
viéndole todos los hombres de Israel huyeron delante de él, llenos de miedo. Los
hombres de Israel decían: "¿Habéis visto a este hombre que sube? Sube a provocar
a Israel. A quien lo mate colmará el rey de grandes riquezas y le dará su hija y
librará de tributo la casa de su padre en Israel". Preguntó, pues, David a los
hombres que estaban a su lado: "¿Qué se hará al hombre que mate a ese filisteo y
aparte la afrenta de Israel? Pues ¿quién es ese filisteo incircunciso para
injuriar a las huestes de Dios vivo?". Y el pueblo le repitió las mismas
palabras: "Así se hará al hombre que lo mate".
Se enteró Eliab, su hermano mayor, de su pregunta a los hombres y se encendió en
cólera Eliab contra David, y le dijo: "¿Para qué has bajado, y a quién has
dejado aquel pequeño rebaño en el desierto? Ya sé yo tu atrevimiento y la maldad
de tu corazón. Has bajado para ver la batalla". Respondió David: "Pues ¿qué he
hecho yo? ¿es que uno no puede hablar?". Y volviéndose se dirigió a otro y
preguntó lo mismo y la gente le respondió como la primera vez. Fueron oídas las
palabras que decía David y se lo contaron a Saúl, que le hizo venir. Dijo David
a Saúl: "Que nadie se acobarde por ése. Tu siervo irá a combatir con ese
filisteo". Dijo Saúl a David: "No puedes ir contra ese filisteo para luchar con
él, porque tú eres un niño y él es hombre de guerra desde su juventud".
Respondió David a Saúl: "Cuando tu siervo estaba guardando el rebaño de su padre
y venía el león o el oso y se llevaba una oveja del rebaño, salía tras él, le
golpeaba y se la arrancaba de sus fauces, y si se revolvía contra mí, lo
sujetaba por la quijada y lo golpeaba hasta matarlo. Tu siervo ha dado muerte al
león y al oso, y ese filisteo incircunciso será como uno de ellos, pues ha
insultado a las huestes de Dios vivo". David: "Yahveh que me ha librado de las
garras del león y del oso, me librará de la mano de ese filisteo".
Dijo Saúl a David: "Vete, y que Yahveh sea contigo".
Mandó Saúl que vistieran a David con sus propios vestidos y le puso un casco de
bronce en la cabeza y le cubrió con una coraza. Ciñó a David su espada sobre su
vestido. Intentó David caminar, pues aún no estaba acostumbrado, y dijo a Saúl:
"No puedo caminar con esto, pues nunca lo he hecho". Entonces se lo quitaron.
Tomó su cayado en la mano, escogió en el torrente cinco cantos lisos y los puso
en su zurrón de pastor, en su morral, y con su honda en la mano se acercó al
filisteo. El filisteo fue avanzando y acercándose a David, precedido de su
escudero. Volvió los ojos el filisteo, y viendo a David, lo despreció, porque
era un muchacho rubio y apuesto. Dijo el filisteo a David: "¿Acaso soy un perro,
pues vienes contra mí con palos?". Y maldijo a David el filisteo por sus dioses,
y dijo el filisteo a David: "Ven hacia mí y daré tu carne a las aves del cielo y
a las fieras del campo". Dijo David al filisteo: "Tú vienes contra mí con
espada, lanza y jabalina, pero yo voy contra ti en nombre de Yahveh Sebaot, Dios
de los ejércitos de Israel, a los que has desafiado. Hoy mismo te entrega Yahveh
en mis manos, te mataré y te cortaré la cabeza y entregaré hoy mismo tu cadáver
y los cadáveres del ejército filisteo a las aves del cielo y a las fieras de la
tierra, y sabrá toda la tierra que hay Dios para Israel. Y toda esta asamblea
sabrá que no por la espada ni por la lanza salva Yahveh, porque de Yahveh es el
combate y os entrega en nuestras manos".
Se levantó el filisteo y fue acercándose al encuentro de David; se apresuró
David, salió de las filas y corrió al encuentro del filisteo. Metió su mano
David en su zurrón, sacó de él una piedra, la lanzó con la honda e hirió al
filisteo en la frente; la piedra se clavó en su frente y cayó de bruces en
tierra. Y venció David al filisteo con la honda y la piedra; hirió al filisteo y
le mató sin tener espada en su mano.
Corrió David, se detuvo sobre el filisteos y tomando la espada de éste de sacó
de su vaina, le mató y le cortó la cabeza.
Viendo los filisteos que había muerto su campeón, huyeron.
Se levantaron los hombres de Israel y de Judá y, lanzando el grito de guerra,
persiguieron a los filisteos hasta la entrada de Gat y hasta las puertas de
Ecrón.
Los cadáveres de los filisteos cubrían el camino, desde Saaráyim hasta Gat y
Ecrón.
Cuando los hijos de Israel regresaron de perseguir sañudamente a los filisteos,
saquearon el campamento.
Tomó David la cabeza del filisteo, y la llevó a Jerusalén; pero sus armas las
colocó en su tienda. " (I Samuel 17:19-54)
La historia es realmente cautivante, y a la vez terrible, el pequeño niño que
ni siquiera es guerrero mata con un tiro de honda al gigante.
Me encanta la simpleza del hecho: la eterna lucha del bien contra el mal, del
débil contra el fuerte, del pequeño contra el grande.
Justamente, David debía ser pequeño para que fuese evidente que detrás de él
estaba el dios de los israelitas, nuevamente, como en otras ocasiones, debe
resultar insoslayable la diferencia de fuerzas.
Ahora, este joven también era de temer, llevaba en su mano la cabeza del
gigante.
Por supuesto, ésta había sido otra muestra de poder del dios de los israelitas.
Otra muestra de poder para ser vista por "los otros", cercanos y lejanos, una
historia que por transmisión oral y de pueblo en pueblo debería de haber llegado
muy lejos, porque era el tipo de historias que se contarían alrededor de las
hogueras, historias que se narrarían en las fiestas, y por otro lado, era de la
clase de historias que hacían recapacitar a "los otros".
Quienes dirían: "el dios de los israelitas pelea por ellos; no son ellos en el
campo de batalla, es su dios". Tal vez pensarían: "nuestros dioses no sirven de
nada frente al dios de los israelitas, no hay dudas de que ése es un dios
poderoso, deberíamos adoptarlo para nosotros".
También, es muy probable que sus sacerdotes, los sacerdotes de los otros,
investigaran las creencias de los israelitas para saber qué debían hacer para
caer bien a su Dios, y qué diferencias había entre sus creencias y las de ellos.
De todas maneras, todo era muy lento. No se podía cambiar de dioses de un día
para otro. Al sacerdote que se le ocurriera proponer algo así, aunque estuviese
en lo cierto y fuese lo mejor para su pueblo, corría el riesgo de ser muerto
inmediatamente por su gente, tildado de traidor y hereje.
Así que, despacio, y de a poco.
Continuemos.
Saúl le había tomado inquina a David debido a que el pueblo israelita lo
aplaudía, él era quien realizaba las campañas militares exitosas, sin embargo le
tenían mayor aprecio que a él. Saúl estaba muy celoso de David y por eso decide
matarlo.
Jonatan, el hijo de Saúl apreciaba mucho a David, -el texto dice que lo amaba
como a sí mismo-, y es éste quien le advierte sobre las intenciones de matarlo
que Saúl tenía.
Jonatan intercede ante su padre y lo convence de no matar a David, por el
momento….
"Habló Jonatán a Saúl su padre en
favor de David y dijo: "No peque el rey contra su siervo David, porque él no ha
pecado contra ti, sino que te ha hecho grandes servicios. Puso su vida en
peligro, mató al filisteo y concedió Yahveh una gran victoria para todo Israel.
Tú lo viste y te alegraste. ¿Por qué, pues, vas a pecar contra sangre inocente
haciendo morir a David sin motivo?". Escuchó Saúl las palabras de Jonatán y
juró: "¡Vive Yahveh!, no morirá". Llamó entonces Jonatán a David, le contó todas
estas palabras y llevó a David donde Saúl, y se quedó a su servicio como antes.
Reanudada la guerra, partió David para combatir a los filisteos, les causó una
gran derrota y huyeron ante él. Se apoderó de Saúl un espíritu malo de Yahveh;
estaba sentado en medio de la casa con su lanza en su mano y David tocaba.
Intentó Saúl clavar con su lanza a David en la pared; esquivó David a Saúl y la
lanza se clavó en la pared; huyó David y se puso a salvo. Aquella misma noche
envió Saúl gente a la casa de David para vigilarle y matarle por la mañana, pero
su mujer Mikal advirtió a David: "Si no te pones a salvo esta misma noche,
mañana morirás". Mikal hizo bajar a David por la ventana. El partió y huyó
poniéndose a salvo. " (I Samuel 19:4-12)
Durante mucho tiempo David estuvo huyendo de Saúl, quien estaba empecinado en
matarlo, y había alertado al pueblo israelita para que le avisaran si lo veían.
Mientras David huía se le unieron muchos desesperados y perseguidos, llegaron a
ser más de cuatrocientos, y él fue su jefe.
En un momento, a Saúl, que iba al frente de tres mil hombres seleccionados en su
búsqueda, le informan su ubicación, y así, se encuentra a merced de David sin
saberlo.
"Subió de allí David y se asentó en
los refugios de Engadí.
Cuando regresó Saúl de perseguir a los filisteos, le avisaron: "David está en el
desierto de Engadí". Tomó entonces Saúl 3.000 hombres selectos de todo Israel y
partió en busca de David y de sus hombres al este del roquedal de Yeelim.
Llegó a unos rediles de ganado junto al camino; había allí una cueva y Saúl
entró en ella para hacer sus necesidades.
David y sus hombres estaban instalados en el fondo de la cueva.
Los hombres de David le dijeron: "Mira, este es el día que Yahveh te anunció: Yo
pongo a tu enemigo en tus manos, haz de él lo que te plazca".
Levantóse David y silenciosamente cortó la punta del manto de Saúl.
Después su corazón le latía fuertemente por haber cortado la punta del manto de
Saúl, y dijo a sus hombres: "Yahveh me libre de hacer tal cosa a mi señor y de
alzar mi mano contra él, porque es el ungido de Yahveh".
David habló con energía a sus hombres para que no se lanzasen contra Saúl.
Saúl marchó de la cueva y continuó su camino, tras lo cual se levantó David,
salió de la cueva y gritó detrás de Saúl: "¡Oh rey, mi señor!" Volvió Saúl la
vista, e inclinándose David, rostro en tierra, se postró ante él, y dijo David a
Saúl: "¿Por qué escuchas a las gentes que te dicen: David busca tu ruina? Hoy
mismo han visto tus ojos que Yahveh te ha puesto en mis manos en la cueva, pero
no he querido matarte, te he perdonado, pues me he dicho: No alzaré mi mano
contra mi señor, porque es el ungido de Yahveh. Mira, padre mío, mira la punta
de tu manto en mi mano; si he cortado la punta de tu manto y no te he matado,
reconoce y mira que no hay en mi camino maldad ni crimen, ni he pecado contra
ti, mientras que tú me pones insidias para quitarme la vida. Que juzgue Yahveh
entre los dos y que Yahveh me vengue de ti, pero mi mano no te tocará, pues como
dice el antiguo proverbio: De los malos sale malicia, pero mi mano no te tocará.
¿Contra quién sale el rey de Israel, a quién estás persiguiendo? A un perro
muerto, a una pulga. Que Yahveh juzgue y sentencie entre los dos, que él vea y
defienda mi causa y me haga justicia librándome de tu mano".
Cuando David hubo acabado de decir estas palabras a Saúl, dijo Saúl: "¿Es ésta
tu voz, hijo mío David?". Y alzando Saúl su voz, rompió a llorar, y dijo a
David: "Más justo eres tú que yo, pues tú me haces beneficios y yo te devuelvo
males; hoy has mostrado tu bondad, pues Yahveh me ha puesto en tus manos y no me
has matado. ¿Qué hombre encuentra a su enemigo y le permite seguir su camino en
paz? Que Yahveh te premie por el bien que hoy me has hecho. Ahora tengo por
cierto que reinarás y que el reino de Israel se afirmará en tus manos. Ahora,
pues, júrame por Yahveh que no exterminarás mi descendencia después de mí y que
no borrarás mi nombre de la casa de mi padre". David se lo juró a Saúl. Saúl se
fue a su casa y David y sus hombres subieron al refugio. " (I Samuel 24:1-23)
Vemos que David es mejor como persona que Saúl, que teme a Dios y respeta sus
decisiones, aunque puedan costarle la vida. Puede matar a Saúl, sin embargo no
lo hace, porque es conciente de que fue Dios quien ungió a Saúl rey. Quien no va
a dejar de perseguirlo hasta su muerte.
David vuelve a tener otra oportunidad de matar a Saúl; sin embargo, una vez más,
le demuestra que no lo hace porque respeta a Dios y el hecho de que Saúl haya
sido ungido por Él.
"Llegaron los zifitas donde Saúl,
en Guibeá, diciendo: "¿Acaso no está escondido David en la colina de Jakilá,
hacia el este de la estepa?".
Se levantó Saúl y bajó al desierto de Zif, con tres mil hombres escogidos de
Israel, para buscar a David en el desierto de Zif.
Acampó Saúl en la colina de Jakilá, que está al este de la estepa, junto al
camino.
Andaba David por el desierto y vió que entraba Saúl en el desierto para
perseguirle. Envió David exploradores y supo con seguridad que Saúl había
venido.
Se levantó David y llegó al lugar donde acampaba Saúl. Observó el sitio en que
estaban acostados Saúl y Abner, hijo de Ner, jefe de su tropa. Dormía Saúl en el
círculo del campamento, estando la tropa acampada en derredor de él.
David dirigió la palabra a Ajimélek, hitita, y a Abisay, hijo de Sarvia, hermano
de Joab, diciendo: "¿Quién quiere bajar conmigo al campamento, donde Saúl?".
Abisay respondió: "Yo bajo contigo".
David y Abisay se dirigieron de noche hacia la tropa. Saúl dormía acostado en el
centro del campamento, con su lanza, clavada en tierra, a su cabecera; Abner y
el ejército estaban acostados en torno a él. Dijo entonces Abisay a David: "Hoy
ha copado Dios a tu enemigo en tu mano. Déjame que ahora mismo lo clave en
tierra con la lanza de un solo golpe. No tendré que repetir". Pero David dijo a
Abisay: "No lo mates. ¿Quién atentó contra el ungido de Yahveh y quedó impune?".
Añadió David: "Vive Yahveh, que ha de ser Yahveh quien le hiera, bien que llegue
su día y muera, bien que baje al combate y perezca. Líbreme Yahveh de levantar
mi mano contra el ungido de Yahveh. Ahora toma la lanza de su cabecera y el
jarro de agua y vámonos". Tomó David la lanza y el jarro de la cabecera de Saúl
y se fueron.
Nadie los vio, nadie se enteró, nadie se despertó. Todos dormían porque se había
abatido sobre ellos el sopor profundo de Yahveh.
Pasó David al otro lado y se colocó lejos, en la cumbre del monte, quedando un
gran espacio entre ellos.
Gritó David a la gente y a Abner, hijo de Ner, diciendo: "¿No me respondes,
Abner?". Respondió Abner: "¿Quién eres tú que me llamas?". Dijo David a Abner:
"¿No eres tú un hombre? ¿Quién como tú en Israel? ¿Por qué, pues, no has
custodiado al rey tu señor? Pues uno del pueblo ha entrado para matar al rey, tu
señor. No está bien esto que has hecho. Vive Yahveh que sois reos de muerte por
no haber velado sobre vuestro señor, el ungido de Yahveh. Mira ahora. ¿Dónde
está la lanza del rey y el jarro del agua que había junto a la cabecera?".
Reconoció Saúl la voz de David y preguntó: "¿Es ésta tu voz, hijo mío David?".
Respondió David: "Mi voz es, oh rey, mi señor", y añadió: "¿Por qué persigue mi
señor a su siervo? ¿Qué he hecho y qué maldad hay en mí? Que el rey mi señor se
digne escuchar ahora las palabras de su siervo. Si es Yahveh quien te excita
contra mí, que sea aplacado con una oblación, pero si son los hombres, malditos
sean ante Yahveh, porque me expulsan hoy para que no participe en le heredad de
Yahveh, diciéndose: "Que vaya a servir a otros dioses". Que no caiga ahora mi
sangre en tierra lejos de la presencia de Yahveh, pues ha salido el rey de
Israel a la caza de mi vida como quien persigue una perdiz en los montes".
Respondió Saúl: "He pecado. Vuelve, hijo mío, David, no te haré ya ningún mal,
ya que mi vida ha sido hoy preciosa a tus ojos. Me he portado como un necio y
estaba totalmente equivocado". Respondió David: "Aquí está la lanza del rey. Que
pase uno de los servidores y la tome. Yahveh devolverá a cada uno según su
justicia y su fidelidad; pues hoy te ha entregado Yahveh en mis manos, pero no
he querido alzar mi mano contra el ungido de Yahveh. De igual modo que tu vida
ha sido hoy de gran precio a mis ojos, así será de gran precio la mía a los ojos
de Yahveh, de suerte que me libere de toda angustia". Saúl a David: "Bendito
seas, hijo mío David. Triunfarás en todas tus empresas". Siguió David por su
camino y Saúl se volvió a su casa". " (I Samuel 26:1-25).
David comprende que Saúl no cederá en su intención de matarlo y decide ir a vivir con los filisteos.
"Dijo David a Akís: "Si he hallado
gracia a tus ojos, que se me asigne un lugar en una de las ciudades del
territorio, para residir en ella. ¿Por qué ha de morar tu siervo a tu lado, en
la ciudad real?". Aquel mismo día le asignó Akís Siquelag; por esto Siquelag
pertenece hasta el día de hoy a los reyes de Judá.
El número de días que moró David en territorio de los filisteos fue de un año y
cuatro meses.
Subía David con su gente y hacía incursiones contra los guesuritas, los
guirzitas y los amalecitas, pues éstos son los habitantes de la región, desde
Telam, yendo hacia Sur, hasta la tierra de Egipto. Devastaba David la tierra y
no dejaba con vida hombre ni mujer; se apoderaba de las ovejas y bueyes, asnos y
camellos y vestidos, y se volvía para llevarlos a Akís. Akís preguntaba: "¿Donde
habéis hecho hoy la incursión?", y David respondía: "Contra el Négueb de Judá,
contra el Négueb de Yerajmeel, contra el Négueb de los quenitas". David no
dejaba llevar a Gat con vida hombres ni mujeres, pues decía: "No sea que den
aviso contra nosotros y digan: "Esto ha hecho David".
"De esta forma se comportó David todo el tiempo que moró en territorio de
filisteos.
Akís confiaba en David diciéndose: "Seguramente se ha hecho odioso a su pueblo
Israel y será mi servidor para siempre". " (I Samuel 27:5-12)
Nuevamente, los filisteos van a la guerra contra los israelitas y David los acompaña.
"Dijeron los jefes de los
filisteos: "¿Qué hacen estos hebreos?". Akís respondió a los jefes de los
filisteos: "Es David, el servidor de Saúl, el rey de Israel; ha estado conmigo
un año o dos y no he hallado nada contra él desde el día en que vino a mí hasta
hoy". Los tiranos de los filisteos se irritaron contra él y le dijeron: "Manda
regresar a ese hombre y que se vuelva al lugar que le señalaste. Que no baje con
nosotros a la batalla, no sea que se vuelva contra nosotros durante la lucha.
¿Cómo se ganará éste el favor de su dueño mejor que con las cabezas de estos
hombres? No es éste David de quien cantaban en coro: Saúl mató sus millares y
David sus miríadas?". Akís llamó a David y le dijo: "! Vive Yahveh! que tú eres
leal y me hubiera gustado que salieras y entraras conmigo en el campamento, pues
nada malo he hallado en ti desde el día en que viniste a mí hasta hoy, pero no
eres bien visto por los tiranos. Ahora vuélvete y vete en paz, y así no harás
nada malo a los ojos de los tiranos de los filisteos". David dijo a Akís: "¿Qué
he hecho yo y qué has hallado en tu siervo, desde el día en que me puse a tu
servicio hasta hoy, para que no pueda ir a luchar contigo contra los enemigos
del rey, mi señor?". Respondió Akís a David: "Bien sabes que me eres grato como
un ángel de Dios; pero los tiranos filisteos han dicho: "No bajará al combate
con nosotros". Levántate, pues, de mañana, con los servidores de tu señor que
han venido contigo e id al sitio que os he asignado. No guardes resentimiento en
tu corazón, porque me eres grato. Levantaos de mañana y partid en cuanto sea de
día".
David y sus hombres se levantaron temprano para partir por la mañana y volverse
a la tierra de los filisteos.
Los filisteos por su parte subieron a Yizreel. " (I Samuel 29:3-11)
Hagamos un resumen de la historia de David hasta aquí.
David es elegido por Dios para ser rey de los israelitas, suplantará a Saúl
quien ya había caído en desgracia a sus ojos. Saúl le tiene envidia y celos y lo
persigue durante toda su vida pero no logra matarlo. Sin embargo, David le
perdona la vida varias veces.
David es temeroso y respetuoso de Dios, pero se comporta como uno más del
pueblo, tal vez un poco mejor, pero no mucho más, -en el sentido de que realiza
los mismos actos bárbaros que los demás-. Pensemos que no duda en matar a cien
filisteos para llevar sus prepucios a Saúl a cambio de una de sus hijas. Tampoco
duda en aliarse con los enemigos de su pueblo, los filisteos, y hacer con ellos
muchas incursiones de tierra arrasada sobre los israelitas. En esta guerra, es
capaz de ponerse a las órdenes de los filisteos, y marchar contra su propia
gente, hasta los filisteos dudaron y se preguntaron si no sería un riesgo tener
a un israelita a sus espaldas.
Es importante recordar lo que les había dicho Yahveh cuando los israelitas
pidieron tener un rey. Este les advirtió que ya no iba a estar con ellos como
antes, y que los reyes que tuviesen los iban a maltratar. Como hemos visto, y
vamos a seguir viendo, lo que Dios dice se cumple, no hay nada que se pueda
hacer al respecto.
- Dios les había avisado lo que les iba a pasar con los reyes - me dice mi hijo
Lautaro.
- Si así es -no se le escapa nada, pienso-. No es que Dios los castigó -le
explico-, simplemente se alejó de ellos para ver como les iba sin él. Ya no los
ayudó como antes, apenas si le dio algunas respuestas vagas a David, y, aunque
este seguía teniendo la "suerte" de su parte, no podemos ver que tuviera claro
el camino que transitaba ni hacia donde se dirigía, -digo "suerte", porque
detrás de esa "suerte" siempre estuvo Dios- .
En combate con los filisteos, Saúl se suicida al ver que estaba perdido, su
escudero también se suicida con él.
Así termina éste, el primer rey de los israelitas…, sin pena ni gloria.
"Después de esto, consultó David a
Yahveh diciendo: "¿Debo subir a alguna de las ciudades de Judá?". Yahveh le
respondió: "Sube". David preguntó: "¿A cuál subiré?". "A Hebrón", respondió.
Subió allí David con sus dos mujeres, Ajinoam de Yizreel y Abigaíl la mujer de
Nabal de Carmelo.
David hizo subir a los hombres que estaban con él, cada cual con su familia, y
se asentaron en las ciudades de Hebrón. Llegaron los hombres de Judá, y ungieron
allí a David como rey sobre la casa de Judá. Comunicaron a David que los hombres
de Yabés de Galaad habían sepultado a Saúl. Y David envió mensajeros a los
hombres de Yabés de Galaad para decirles: "Benditos seáis de Yahveh por haber
hecho esta misericordia con Saúl, vuestro señor, dándole sepultura. Que Yahveh
sea con vosotros misericordioso y fiel. También yo os trataré bien por haber
hecho esto"." (II Samuel 2:1-6)
David es ungido rey de Judá, -no de todos los israelitas-, el resto de las
tribus habían nombrado a Isbaal, hijo de Saúl, como rey de Israel.
Aquí comienza una guerra intestina entre los seguidores de Isbaal y los de
David.
En este tiempo, David gana cada vez más poder ante las otras tribus.
"Durante la guerra entre la casa de
Saúl y la casa de David, Abner adquirió predominio en la casa de Saúl." (II
Samuel 3:6)
(…)
"Envió Abner mensajeros para decir a David: "... Haz un pacto conmigo y me
pondré de tu parte para traer a ti todo Israel". David respondió: "Bien. Haré un
pacto contigo. Solamente te pido una cosa. No te admitiré a mí presencia si
cuando vengas a verme no traes a Mikal, la hija de Saúl".
Envió David mensajeros a Isbaal, hijo de Saúl, para decirle: "Devuélveme a mi
mujer Mikal, que adquirí por cien prepucios de filisteos".
Isbaal mandó que la tomaran de casa de su marido Paltiel, hijo de Layis. Su
marido partió con ella; la seguía llorando detrás de ella, hasta Bajurim. Abner
le dijo: "Anda vuélvete". Y se volvió"." (II Samuel 3:12-16).
Otro pantallazo que nos describe a David: ¿para qué quería a esta mujer Mikal?,-que
tenía marido desde hacía muchos años-; además, él ya contaba con varias mujeres;
y, para agregar una carga extra a su culpa, haría sufrir al marido de ésta por
su pérdida. Mikal no era soltera, Mikal no era una mujer libre.
Veamos otra pintura de la conducta de David.
"Vinieron los veteranos de David, con Joab, de hacer una correría, trayendo un gran botín. No estaba ya Abner con David en Hebrón, pues David le había despedido y él había marchado en paz. " (II Samuel 3:22)
"(…) una correría, trayendo un gran botín"… acota el texto, casi
delincuentes…
Continuamos.
"Cuando Isbaal, hijo de Saúl, supo
que había muerto Abner en Hebrón, desfallecieron sus manos y todo Israel quedo
consternado.
Estaban con Isbaal, hijo de Saúl, dos hombres, jefes de banda, uno llamado Baaná
y el otro Rekab, hijos de Rimmón de Beerot, benjaminitas, porque también Beerot
se considera de Benjamín.
Los habitantes de Beerot habían huido a Guittáyim, donde se han quedado hasta el
día de hoy como forasteros residentes.
(…)
Se pusieron en camino Rekab y Baaná, hijos de Rimmón de Beerot, y llegaron a
casa de Isbaal con el calor del día, cuando dormía la siesta. Entraron en la
casa. La portera se había dormido mientras limpiaba el trigo. Rekab y su hermano
Baaná se deslizaron cautelosamente y entraron en la casa; estaba Isbaal acostado
en su lecho, en su dormitorio; le hirieron y le mataron; luego le cortaron la
cabeza y tomándola caminaron toda la noche por la ruta de la Arabá. Llevaron la
cabeza de Isbaal a David, en Hebrón, y dijeron al rey: "Aquí tienes la cabeza de
Isbaal, hijo de Saúl, tu enemigo, el que buscó tu muerte. Hoy ha concedido
Yahveh a mi señor el rey venganza sobre Saúl y sobre su descendencia". Respondió
David a Rekab y a su hermano Baaná, hijos de Rimmón de Beerot, y les dijo:
"¡Vive Yahveh, que ha librado mi alma de toda angustia! Al que me anunció que
Saúl había muerto, creyendo que me daba buena noticia, le agarré y ordené
matarle en Siquelag dándole este pago por su buena noticia; ¿cuánto más ahora
que hombres malvados han dado muerte a un hombre justo en su casa y en su lecho
no os voy a pedir cuenta de su sangre, exterminándoos de la tierra?". Y David
dio una orden a sus muchachos, que los mataron, les cortaron las manos y los
pies y los colgaron junto a la alberca de Hebrón. Tomaron la cabeza de Isbaal y
la sepultaron en el sepulcro de Abner, en Hebrón." (II Samuel 4:1-12)
Vemos que el texto se refiere a los soldados de David como "muchachos", y a
los que estaban con Isbaal como "jefes de banda", ésa era la situación, en eso
se habían convertido. Ya no eran el ejército de Dios, ahora eran casi
bandoleros, casi forajidos. Sin Yahveh de guía, el destino de Israel empezaba a
verse incierto.
David fue ungido primero rey de Judá y luego rey de Israel. Surge aquí una
escisión en el pueblo elegido. La tribu de Judá abiertamente ya se ha separado y
obra por su cuenta.
"Vinieron todas las tribus de
Israel donde David a Hebrón y le dijeron: "Mira: hueso tuyo y carne tuya somos
nosotros. Ya de antes, cuando Saúl era nuestro rey, eras tú el que dirigías las
entradas y salidas de Israel. Yahveh te ha dicho: Tú apacentarás a mi pueblo
Israel, tú serás el caudillo de Israel".
Vinieron, pues, todos los ancianos de Israel donde el rey, a Hebrón. El rey
David hizo un pacto con ellos en Hebrón, en presencia de Yahveh, y ungieron a
David como rey de Israel.
Treinta años tenía cuando comenzó a reinar y reinó cuarenta años.
Reinó en Hebrón sobre Judá siete años y seis meses.
Reinó en Jerusalén sobre todo Israel y sobre Judá 33 años." (II Samuel 5:1-5)
El reinado de David es beneficioso para Israel, en el sentido de que vence a
sus enemigos. David es un gran militar y el pueblo está contento. Dios está con
David, y éste es fiel a Dios.
Pero, no debemos olvidar lo que Yahveh le había dicho a Samuel cuando el pueblo
le había pedido un rey… David no será la excepción.
"A la vuelta del año, al tiempo que
los reyes salen a campaña, envió David a Joab con sus veteranos y todo Israel.
Derrotaron a los ammonitas y pusieron sitio a Rabbá, mientras David se quedó en
Jerusalén.
Un atardecer se levantó David de su lecho y se paseaba por el terrado de la casa
del rey cuando vio desde lo alto del terrado a una mujer que se estaba bañando.
Era una mujer muy hermosa.
Mandó David para informarse sobre la mujer y le dijeron: "Es Betsabé, hija de
Eliam, mujer de Urías el hitita".
David envió gente que la trajese; llegó donde David y él se acostó con ella,
cuando acababa de purificarse de sus reglas. Y ella se volvió a su casa.
La mujer quedó embarazada y envió a decir a David: "Estoy encinta". David mandó
decir a Joab: "Envíame a Urías el hitita". Joab envió a Urías adonde David.
Llegó Urías donde él y David le preguntó por Joab, y por el ejército y por la
marcha de la guerra. Y dijo David a Urías: "Baja a tu casa y lava tus pies".
Salió Urías de la casa del rey, seguido de un obsequio de la mesa real. Pero
Urías se acostó a la entrada de la casa del rey, con la guardia de su señor, y
no bajó a su casa. Avisaron a David: "Urías no ha bajado a su casa". Preguntó
David a Urías: "¿No vienes de un viaje? ¿Por qué no has bajado a tu casa? Urías
respondió a David: "El arca, Israel y Judá habitan en tiendas; Joab mi señor y
los siervos de mi señor acampan en el suelo ¿y voy a entrar yo en mi casa para
comer, beber y acostarme con mi mujer? ¡Por tu vida y la vida de tu alma, no
haré tal!" Entonces David dijo a Urías: "Quédate hoy también y mañana te
despediré". Se quedó Urías aquel día en Jerusalén y al día siguiente le invitó
David a comer con él y le hizo beber hasta emborracharse. Por la tarde salió y
se acostó en el lecho, con la guardia de su señor, pero no bajó a su casa. A la
mañana siguiente escribió David una carta a Joab y se la envió por medio de
Urías. En la carta había escrito: "Poned a Urías frente a lo más reñido de la
batalla y retiraos de detrás de él para que sea herido y muera".
Estaba Joab asediando la ciudad y colocó a Urías en el sitio en que sabía que
estaban los hombres más valientes. Los hombres de la ciudad hicieron una salida
y atacaron a Joab; cayeron algunos del ejército de entre los veteranos de David;
y murió también Urías el hitita. Joab envió a comunicar a David todas las
noticias de la guerra, y ordenó al mensajero: "Cuando hayas acabado de decir al
rey todas las noticias sobre la batalla, salta la cólera del rey de te dice:
"¿Por qué os habéis acercado a la ciudad para atacarla? ¿No sabíais que tirarían
sobre vosotros desde la muralla? ¿Quien mató a Abimélek, el hijo de Yerubbaal?
¿No arrojó una mujer sobre él una piedra de molino desde lo alto de la muralla y
murió él en Tebés? ¿Por qué os habéis acercado a la muralla?", tú le dices:
También ha muerto tu siervo Urías el hitita". Partió el mensajero y en llegando
comunicó a David todo lo que le había mandado Joab. David se irritó contra Joab
y dijo al mensajero: "¿Por qué os habéis acercado a la muralla para luchar?
¿Quién mató a Abimélek, el hijo de Yerubbaal? ¿No arrojó una mujer sobre él una
piedra de molino desde lo alto de la muralla y murió él en Tebés? ¿Por qué os
habéis acercado a la muralla?". El mensajero dijo a David: "Aquellos hombres se
crecieron frente a nosotros, hicieron una salida contra nosotros en campo raso y
los rechazamos hasta la entrada de la puerta, pero los arqueros tiraron contra
tus veteranos desde lo alto de la muralla y murieron algunos de los veteranos
del rey. También murió tu siervo Urías el hitita". Entonces David dijo al
mensajero: "Esto has de decir a Joab: "No te inquietes por este asunto, porque
la espada devora ya a uno ya a otro. Redobla tu ataque contra la ciudad y
destrúyela". Y así le darás ánimos".
Supo la mujer de Urías que había muerto Urías su marido e hizo duelo por su
señor. Pasado el luto, David envió por ella y la recibió en su casa haciéndola
su mujer; ella le dio a luz un hijo; pero aquella acción que David había hecho
desagradó a Yahveh. " (II Samuel 11:1-27)
David se comportaba como Dios esperaba que se comportaran los reyes, como ya
se lo había advertido al pueblo a través de Samuel. Dios no se sorprende,
simplemente hace lo que debía hacer, mostrar que tenía razón.
Dos reyes y los dos deben ser castigados por cometer crímenes ante Yahveh.
En las historias de estos soberanos podemos ver que ya no hay grandes acciones
de Dios, esos hechos que tanto llamaron la atención de los pueblos de alrededor.
Ya no vemos a Dios realizando grandes prodigios, parece el afianzamiento de una
posición.
La historia de David matando a Goliat es inspiradora, pero nada más.
Aparentemente, ya se había hecho la limpieza más profunda de lo peor de los
"otros pueblos" y su idolatría. Ahora parecía ser una época de redadas y guerras
en las que los israelitas van y vienen, afianzando la posición de Yahveh en la
región, pero casi con naturalidad. No debemos olvidar el contexto, la forma de
hacer las guerras, y la forma de interactuar de la gente de esa época.
Mientras la narración se ocupa de temas triviales, casi domésticos, como las
intrigas palaciegas de Saúl y David, en la periferia de la visión se advierte
que siguen persiguiendo a los que adoran a los dioses falsos.
En esta instancia, se observan dos capas: en la superior y más visible está todo
lo relacionado con los reyes y sus intrigas; y en la capa profunda, notamos que
continúa la política original de erradicación de la idolatría pagana, la que,
sin prisa pero sin pausa, sigue su camino.
Continuamos con David.
El crimen de David hace que Dios se disguste con él:
"¿Por qué has menospreciado a
Yahveh haciendo lo malo a sus ojos, matando a espada a Urías el hitita, tomando
a su mujer por mujer tuya y matándole por la espada de los ammonitas? Pues bien,
nunca se apartará la espada de tu casa, ya que me has despreciado y has tomado
la mujer de Urías el hitita para mujer tuya.
Así habla Yahveh: Haré que de tu propia casa se alce el mal contra ti. Tomaré
tus mujeres ante tus ojos y se las daré a otro que se acostará con tus mujeres a
la luz de este sol. Pues tú has obrado en lo oculto, pero yo cumpliré esta
palabra ante todo Israel y a la luz del sol".
David dijo a Natán : "He pecado contra Yahveh". Respondió Natán a David:
"También Yahveh perdona tu pecado; no morirás. Pero por haber ultrajado a Yahveh
con ese hecho, el hijo que te ha nacido morirá sin remedio". Y Natán se fue a su
casa.
Hirió Yahveh al niño que había engendrado a David la mujer de Urías y enfermó
gravemente." (II Samuel 12:9-15)
El niño muere al concluir la semana, y comienza a cumplirse el castigo de
Dios para David.
También ocurre otro hecho, Amnón, uno de los hijos de David, viola a Tamar, una
de sus hermanastras, así comete otra grave acción frente a los ojos de Dios.
David se entera pero no castiga a su hijo porque le era muy querido.
Es este mismo Absalón, hermano de Tamar, -mujer violada por Amnón-, el que dos
años después intentará matar a todos los hijos de David, o sea, sus hermanos y
hermanastros, pero sólo logra matar a uno, a Amnón. Luego de esto, Absalón huye
a Guésur donde permanecerá tres años esperando que David se calme, finalmente
vuelve y es perdonado por éste.
Absalón trata de socavar la autoridad del rey David intentando ganar adeptos,
está claro que sus intenciones no eran las mejores.
"Al cabo de cuatro años dijo
Absalón al rey:
"Permíteme que vaya a Hebrón a cumplir el voto que hice a Yahveh. Porque tu
siervo hizo voto cuando estaba en Guesur de Aram diciendo: Si Yahveh me permite
volver a Jerusalén, daré culto a Yahveh en Hebrón". El rey le dijo "Vete en
paz". El se levantó y se fue a Hebrón.
Envió Absalón mensajeros a todas las tribus de Israel diciendo: "Cuando oigáis
sonar el cuerno decid: "¡Absalón se ha proclamado rey en Hebrón!"
Con Absalón habían partido de Jerusalén doscientos hombres invitados; eran
inocentes y no sabían absolutamente nada.
Absalón mandó a buscar a su ciudad de Guiló a Ajitófel el guilonita, consejero
de David, y lo tuvo consigo cuando ofrecía los sacrificios. Así la conjuración
se fortalecía y los partidarios de Absalón iban aumentando.
Llegó uno que avisó a David: "El corazón de los hombres de Israel va tras de
Absalón". Entonces David dijo a todos los servidores que estaban con él en
Jerusalén: "Levantaos y huyamos, porque no tenemos escape ante Absalón.
Apresuraos a partir, no sea que venga a toda prisa y nos dé alcance, vierta
sobre nosotros la ruina y pase la ciudad a filo de espada". Dijeron al rey sus
servidores: "Para todo cuanto mi señor el rey elija estamos aquí tus
servidores". El rey salió con toda su casa, a pie, dejando diez concubinas para
guardar la casa. Salió el rey a pie, con todo el pueblo, y se detuvieron en la
última casa. Estaban con él todos sus veteranos. Todos los kereteos, los
perizitas, Ittay y todos los guititas, seiscientos hombres que le habían seguido
desde Gat, marchaban delante del rey. Y dijo el rey a Ittay el guitita: "¿Por
qué has de venir tú también conmigo? Vuélvete y quédate con el rey porque eres
un extranjero, desterrado también de tu país. Llegaste ayer ¿y voy a obligarte
hoy a andar errando con nosotros, cuando voy a la ventura? Vuélvete y haz que
tus hermanos se vuelvan contigo; y que Yahveh tenga contigo amor y fidelidad".
Ittay respondió al rey: "¡Por vida de Yahveh y por tu vida, rey mi señor, que
donde el rey mi señor esté, para muerte o para vida, allí estará tu siervo!"
Entonces David dijo a Ittay: "Anda y pasa".
Pasó Ittay de Gat con todos sus hombres y todas sus criaturas. Iban todos
llorando con gran llanto.
El rey se detuvo en el torrente Cedrón y toda la gente pasaba ante él por el
camino del desierto. " (II Samuel 15:7-23)
No hay duda de que el rey sabe que Absalón es de temer, y que debe cuidarse
de él.
El castigo de Dios a David continúa su curso: "nunca se apartará la espada de tu
casa, ya que me has despreciado y has tomado la mujer de Urías el hitita para
mujer tuya. Así habla Yahveh: Haré que de tu propia casa se alce el mal contra
ti", como ya lo habíamos visto.
El ejército de David sale a enfrentar a la tropa de Absalón pero sus súbditos le
piden que se quede, para ellos, le dicen, era preferible perder diez mil hombres
que perder al rey.
Absalón es asesinado por los israelitas en una situación totalmente fortuita,
sin que mediara combate. Cuando David se entera, llora sin consuelo la pérdida
de su hijo.
Es posible que también llorara porque sabía que Dios no lo había perdonado, y
que la muerte de su hijo, Absalón, era culpa suya.
David vuelve a cometer una gran falta contra Dios.
Los censos sólo se podían hacer si Dios así lo mandaba, pero David, aunque
conocía las leyes, vuelve a desviarse del camino y toma decisiones que no le
correspondían, y censa a la población.
Esto disgusta enormemente a Dios.
"Después de haber hecho el censo
del pueblo, le remordió a David el corazón y dijo David a Yahveh: "He cometido
un gran pecado. Pero ahora, Yahveh, perdona, te ruego, la falta de tu siervo,
pues he sido muy necio".
Cuando David se levantó por la mañana, le había sido dirigida la palabra de
Yahveh al profeta Gad, vidente de David, diciendo: "Anda y di a David: Así dice
Yahveh: Tres cosas te propongo; elige una de ellas y la llevaré a cabo".
Llegó Gad donde David y le anunció: "¿Qué quieres que te venga, tres años de
gran hambre en tu país, tres meses de derrotas ante tus enemigos y que te
persigan, o tres días de peste en tu tierra? Ahora piensa y mira qué debo
responder al que me envía". David respondió a Gad: "Estoy en grande angustia.
Pero caigamos en manos de Yahveh que es grande su misericordia. No caiga yo en
manos de los hombres". Y David eligió la peste para sí.
Eran los días de la recolección del trigo. Yahveh envió la peste a Israel desde
la mañana hasta el tiempo señalado y murieron 70.000 hombres del pueblo, desde
Dan hasta Berseba. El ángel extendió la mano hacia Jerusalén para destruirla,
pero Yahveh se arrepintió del estrago y dijo al ángel que exterminaba el pueblo:
"¡Basta ya! Retira tu mano".
El ángel de Yahveh estaba entonces junto a la era de Arauná el jebuseo. Cuando
David vio al ángel que hería al pueblo, dijo a Yahveh: "Yo fui quien pequé, yo
cometí el mal, pero estas ovejas ¿qué han hecho? Caiga, te suplico, tu mano
sobre mí y sobre la casa de mi padre". " (II Samuel 24:7-23)
En este párrafo no quedan dudas de que David sabía bien lo que hacía, y que
era conciente de que estaba mal. Dios muestra con este terrible exterminio que
no se debían contar a las personas sin su consentimiento. El número exacto del
censo se pierde, volviendo a una cifra aproximada en situación similar al
momento anterior a la ejecución de esta matanza. Sólo Yahveh sabe cuántos eran y
cuántos son.
David le ofrece sacrificios para mostrarle su arrepentimiento, y Dios detiene la
peste que había enviado.