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El evangelio de Juan y el ser viviente con rostro de aguila
El evangelio de Juan y el ser viviente con rostro de águila
JAN, el Águila
El evangelio de Juan, -junto con el libro de la Revelaciones, el Apocalipsis, y
las cartas de Juan-, es la mirada más teológica y elevada que alcanza cotas de
comprensión de la divinidad imprescindibles para entender la realidad de Jesús.
Mientras los tres evangelios sinópticos nos muestran facetas, roles de la
divinidad que tienen que ver con lo terrenal Juan va hacia lo trascendental
mucho más allá de los que habían llegado los otros.
Según san Ireneo de Lyon es el signo del Espíritu que hace sobrevolar su gracia
sobre la Iglesia.
Desde el principio la iglesia comprendió este nivel de teología de Juan: un
"graffiti" sobre las piedras en ruinas de la antigua basílica de S. Juan en
Efeso, escrito con cierta torpeza en griego bárbaro, da testimonio de la
extensión de esta forma de verlo aun entre el pueblo más sencillo. Dice: "Señor,
Tú el Dios y Salvador nuestro y San Juan, su evangelista y teólogo, socorredme,
que soy siervo vuestro y pecador" (en: J. Keil, Forschungen in Ephesos, Wien –
1951 – IV/3280, n. 19).
En la puerta meridional del mismo templo, se puede leer: "Con temor adelántate
por la puerta del teólogo" (ibid., 278, n. 11).
Entre los padres y escritores eclesiásticos le otorgan este título a San Juan,
S. Atanasio (Contra gentes, 42; pg. 25, 84) y Orígenes (Fragmenta in Johannem,
CGS, 483, 14).
Al leer el evangelio notamos que se habla del “discípulo amado” el cual se
identifica con Juan, y en el capítulo 13,23 dice “Estaba reclinado en la mesa en
el seno de Jesús” (ên anakeimenos en tôi kolpôi tou Iêsou). En el texto original
no hay palabra para "mesa", “reclinado” es una perífrasis imperfecta de
anakeimai, recostarse. Kolpos es la palabra habitual para seno (Juan 1:18).
* “A Dios nadie le ha visto jamás: el Hijo único, que está en el seno del Padre,
él lo ha contado.”
Juan dice “a quien Jesús amaba” (hon êgapa Iêsous), imperfecto activo de agapaô,
descripción de Juan de sí mismo de la cual se sentía orgulloso (Juan 19:26; Juan
20:2; Juan 21:7, 20), identificado en Juan 21:24 como el autor del libro y
necesariamente uno de los doce debido al lenguaje "explícito" (Bernard Sesboüé)[19]
de Marcos (Marcos 14:17; Lucas 22:14). Juan, hijo de Zebedeo y hermano de
Santiago.
19 - Bernard Sesboüé (1929-2021). Teólogo francés, jesuita, autor de importantes
obras teológicas con enfoque en la investigación patrística y cristológica.
* Jn 19,26: Jesús, viendo a su madre y junto a ella al discípulo a quien amaba,
dice a su madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo.»
* Jn 20:2: Echa a correr y llega donde Simón Pedro y donde el otro discípulo a
quien Jesús quería y les dice (…)
* Jn 21:7, 20: Pedro se vuelve y ve siguiéndoles detrás, al discípulo a quién
Jesús amaba (…)
* Jn 21:24: Este es el discípulo que da testimonio de estas cosas y que las ha
escrito (…)
En la mesa, Juan estaba a la derecha de Jesús, reclinándose oblicuamente para
que su cabeza descansara en el “seno” de Jesús. Hemos de notar que se suele
pensar en el “pecho” de Jesús pero el texto dice “seno” lo cual indica que Juan
está reclinado, recostado en lo profundo y central de Jesús, y quizás de allí su
capacidad de comprender lo trascendental y teológico.
El centro –de todas maneras-, en la imagen, el lugar de honor, lo ocupaba Jesús.
En el apéndice de la obra, cuando se intenta plasmar para los siglos futuros la
última imagen del "discípulo amado", se refresca la primera escena, en que se le
dio un título tan descollante: "Pedro vio al discípulo que amaba Jesús, que
(los) seguía, el que se recostó en la cena sobre su pecho (epi to stéthos)" (Jn.
21, 20)5.
Sólo que, en la narración directa del episodio allí (Jn 21, 20) recordado (ibid.
13, 23), cambiando de palabra, se dice que "estaba reclinado en toi kolpôi
(seno) de Jesús".
La única otra vez en que aparece tal palabra en todo el Evangelio es en su
prólogo: "El Hijo unigénito, que está eis ton kô lpon del Padre" –seno del
Padre-, (ibid., 1, 18).
Orígenes enlaza con mirada certera los dos pasajes: "Pienso…que si Juan estaba
reclinado en el seno de Jesús fue digno de tal honor, porque había sido juzgado
digno de un amor especial por parte del Maestro… así como el Lógos mismo está en
el seno del Padre" (Orígenes, In Johannes, 21, 20, 264. CGC 4, 461)
De lo dicho se desprende que acceder al Cuarto Evangelio implica seguir una
invitación a sondeos en profundidad, a una mirada que no se cansa de contemplar.
La misma explicación final de Jesús sobre la misión de este su discípulo en la
Iglesia y como veedor de la visión del Apocalipsis, lo está señalando: "Si yo
quiero que permanezca, ¿a ti qué?" (Jn 21, 22). El uso de este verbo (ménein-permanecer),
tan frecuente en Juan, es una advertencia contra la frívola superficialidad de
lo momentáneo y terrenal.
Un encuentro reposado y provechoso con el misterio de Jesús no se lo puede
abandonar con exclusividad a los monasterios de clausura. El más militante de
los cristianos que no pruebe alguna vez la necesidad de "quedarse (émeinan-permanecer
en el seno) con Jesús todo el día" (Jn 1, 39), pronto verá su empeño degenerar
en un activismo sin puntos de referencia que lo califiquen como cristiano.
Veamos otra forma en que se expresa este “en el seno de Jesús”: "Pedro vio al
discípulo que amaba Jesús, que (los) seguía, el que se recostó en la cena sobre
su pecho (epi to stéthos)" (Jn. 21, 20) y de donde proviene uno de los
calificativos que a Juan le daba la Iglesia de los Padres: Ho apistéthios = el
que reposa en el pecho (ver: Eusebio Alejandrino, Sermo, 19, PG. 64, 47: Juan
Damasceno, De Sacris imaginibus oraciones, PG. 94, 1249 C)[20].
Leemos en Jn.6, 24 – 29: "En verdad, en verdad os digo: llega la hora (ya
estamos en ella), en que los muertos oirán la voz del Hijo de Dios y los que la
oigan vivirán… no os extrañéis de esto: llega la hora en que todos los que estén
en los sepulcros oirán su voz y saldrán los que hayan hecho el bien, para una
resurrección de vida y los que hayan hecho el mal, para una resurrección de
juicio". Jesús habla a través de Juan de un tiempo que ya se ha cumplido y en el
que los “muertos”, -esa humanidad que había “muerto” en el Edén por pecados
ancestrales que no podía pagar por sí misma-, oyen la voz del Hijo de Dios y
recobran la vida. Esta humanidad muerta oye la voz y sale de su “sepulcro”, los
que obraron bien van directo a la resurrección, y los que obraron mal serán
juzgados, pero como vemos -en este “juicio”-, que aún no han sido condenados.
Posiblemente esté hablando del purgatorio y de la infinita misericordia de Dios
que no quiere que nadie se pierda.
Juan es el único evangelista que usa la palabra hebrea Maschiah (Mesías)
transliterada al griego (1, 41; 4, 25). También nos dice que el Verbo se da a sí
mismo en un sentido universalista: el verbo es luz para todo hombre (1, 9).
Quita los pecados del mundo (1, 29); vino a salvar al mundo (3, 17) con el fin
de atraer a si a todo hombre (12, 33).
20 - Las "Orationes pro sacris imaginibus" de Juan Damasceno un nuevo enfoque
cronológico desde la perspectiva teológica. Juan Damasceno (Damasco, Siria, 675
- 749) fue un teólogo y escritor sirio, y doctor de la Iglesia.
Judíos
Juan nos muestra a los “judíos” como aquellos que tienen un papel muy marcado en
la historia de Jesús. Y por lo general se refiere a ellos como los que hacen,
los que se oponen, los que lo entregan, etc. Recordemos que el evangelio de Juan
nos muestra a Jesús en su carácter de divinidad cumpliendo el rol trascendental,
y por ello el pueblo “judío” cumple en la historia un lugar clave.
Jesús es el Mesías gracias a que el pueblo hebreo ha realizado el trabajo
encomendado por Dios, y en esa historia la tribu de Judá es la línea que
desemboca en el Cristo, el ungido, el “hijo de David”.
Pero no solo eso, sino que ellos deben ser el sacerdote que ha de realizar el
sacrificio, el sacrificio del cordero, el cordero de Dios que quita el pecado
del mundo. Por lo tanto el sacerdote no es una persona en particular –en este
caso-, sino todo el pueblo, los judíos.
Y en esa mención que hace Juan de los judíos vemos que está agrupada la
jerarquía, los que decidían, los que podían tomar decisiones.
En este Cuarto Evangelio el término Judíos comparece 70 veces mientras que en
los Sinópticos 5 o 6 solamente.
Con todo, hay que tener en cuenta otras formas en que se habla de los judíos en
el contexto de su tarea trascendental, donde el término se da en forma neutra:
2,6-13 (ritos de lavado y agua viva, en la que prefigura a Jesús cómo agua viva
que a de convertirse en vino/sangre de Jesús, sangre de Dios, jugo de los
frutos); 7,2 (festividad de las tiendas que reemplaza a las fiestas paganas de
las cosechas). Allí "judíos" no tiene nada de oprobio. Lo mismo que en el
diálogo con la Samaritana: 4,22: "La salvación viene de los judíos", donde el
pueblo hebreo obtiene más bien un puesto honorífico, y es clara su tarea
trascendental de camino para la salvación.
Dejando estas excepciones, hay que entender la palabra como indicando a las
autoridades religiosas, especialmente las de Jerusalén, hostiles a Jesús.
Se puede evidenciar esto de tres maneras:
* Personajes que étnicamente son judíos, son presentados como distintos de los
judíos en 9,22 (los padres del ciego de nacimiento, que son de Jerusalén y por
tanto judíos, tienen miedo a los judíos). En 5,15 el paralítico, que hacía 38
años acudía a la piscina ubicada al norte de Jerusalén (por lo tanto, habitantes
de la capital de Judea desde mucho tiempo) va a informar "a los judíos"
* Se observa también un intercambio entre la denominación “judíos” y “jefes de
los sacerdotes y fariseos”. En 18,3 los soldados son mandados por los jefes de
los fariseos, mientras en 18,12 por “los judíos”. En 8,13 interrogan a Jesús los
fariseos, pero en el curso de la misma discusión 8,22) los interlocutores de
Cristo son “los judíos”.
Lo cual se confirma comparando pasos de Juan con los Sinópticos:
- Jn 18,28 – 31: “Los judíos” llevan a Jesús a Pilato.
- Mc 15,1: El sanedrín es quien conduce a Jesús ante Pilato.
- Jn 2,18: “Los judíos” intervienen después de la purificación del templo.
- Mc 11,27–28: sacerdotes, escribas y ancianos son los que lo hacen.
Como vemos el término “judíos” se encuentra relacionado a su tarea, a su rol,
por eso se separa del pueblo general. Juan mantiene muy presente en el relato el
sentido trascendental de la historia.
En Juan desaparecen las clases del pueblo, tan predominantes en los Sinópticos:
saduceos, herodianos, zelotes, publicanos, escribas, pecadores, justos, pobres,
ricos. La perspectiva divina explica esta reducción a un dualismo marcado: luz –
tiniebla: verdad – mentira. No hay lugar a términos medios, ni a matizaciones.
La narración puede verse casi polarizada en este único pecado (haber renegado de
Jesús), que no insiste, por ejemplo, en la hipocresía y moralidad dudosa de los
adversarios (como lo hacen los Sinópticos). Se fija únicamente el rechazo de
Cristo, que ellos habían practicado.
La misma pretensión de la vigencia de la ley, aún para los más cristianos (tan
presente en la problemática de Gal. Rom I Cor: circuncisión, comidas en común
con paganos, alimentarse de carnes inmoladas a los ídolos, etc.) no lo agita
tanto como a Pablo.
Es posible percibir otro aspecto de la actitud de Juan sobre el particular en su
distinción entre "los judíos" e "Israel". El segundo término está situado bajo
una luz favorable, indicando la sucesión legítima en la línea del Antiguo
Testamento. 1,31 muestra que el Bautista vino para que Jesús pudiera ser
revelado a Israel. 1,47: Natanael es un verdadero israelita.
La insistencia en Jesús – rabbí (1,38-49; 3,2; 4,31; 6,25; 9,2; 11,8; 20,16)
podría entenderse como cierto contraste con la gran asamblea de rabinos reunida
en Jamnia alrededor del 90, lo que se suele llamar el “concilio de Yabne o
Jamnia”[21], ya que Juan escribe en tiempos de aquel concilio.
Juan reflexiona, que si los judíos creyeran de verdad en Moisés, creerían
también en él, (5,46).
21 - En Yabne o Jamnia, los saduceos se refugiaron aprovechando la amistad que
tenían con los romanos, y allí luego, junto a los fariseos, estructuraron el
canon de la Biblia hebrea. Aunque se suele decir que los saduceos desaparecieron
tras la destrucción del templo la realidad es que sus rastros llegan a la
península de Crimea, y luego a Estonia ya en tiempos recientes.
Tiempos históricos, contexto
El evangelio de Juan se escribe aproximadamente en los años 90-100, lo cual le
permite al escritor sagrado contar con una perspectiva más clara de algunas
situaciones que sólo podían comprenderse mirando desde allí hacia atrás.
Recordemos la evolución de las relaciones entre el cristianismo naciente y la
matriz judía de la que paulatinamente se iría desprendiendo.
Inmediatamente después de Jesús se produce una oposición (Hech 4,1–9; 5,17–18).
Luego con la intervención de Gamaliel en el Sanedrín sigue un intervalo de
tolerancia (5,33–40).
En Hech 8,1 vemos como se desata la persecución, pero es dirigida contra los
judeo – cristianos – helenistas (ver la oposición al templo de Esteban, cuyo
nombre griego indica su procedencia no judía: Hech 6,13–14; 7,48.).
La asamblea de Jerusalén (Hech 15) se puede desarrollar todavía en paz.
En el año 58, cuando va Pablo por última vez a Jerusalén, los cristianos
frecuentan aún el templo (Hech 21,26). Pero, después del 70, cambian las cosas.
La dura catástrofe infligida a Israel por las legiones romanas, obliga a los
restos del judaísmo a la concentración. Siempre el peligro de extinción
normalmente fuerza a toda religión a volverse más rígidamente ortodoxa, para
poder sobrevivir. El judaísmo no era la excepción. Suprimido al templo, y sin
posibilidades de sacrificios cultuales, lo esencial se reduce a la ley, que
pasará a ser el factor amalgamante del judaísmo posterior. Por eso, en las
actuales sinagogas, se puede ver el Arón Ha – Qodesh (= armario de santidad),
donde se custodian los rollos de la Torah, en el mismo lugar preeminente, que
para las Iglesias cristianas ocupa el sagrario con la presencia eucaristía de
Jesucristo.
Ya para esas épocas era concebida la libertad respecto a la ley con que se había
expresado un Pablo. Por lo mismo, el cristianismo se presentaba como un elemento
de revolución para los cimientos mismos del judaísmo. De ahí que los judíos
creyentes en Cristo fueran mirados como un factor subversivo, quintacolumnistas
en lo referente a la ley.
A lo largo del 80 d. C. se nota un organizado esfuerzo por coaccionar los
cristianos a que salgan de la sinagoga. Un eco de tales manejos se deja sentir
en las Shemoneh Eshres (Berakot ) (=18 bendiciones), que se recitaban como la
oración principal en el culto sinagogal. Después del 70 estas fueron
reformuladas y la bendición 12 (más o menos alrededor del 85 d. C.) vino a ser
más bien una maldición contra los “minim” (como llamaban a los herejes
judeocristianos). Decía sí: "Haz que no haya esperanzas para los renegados y que
el reino arrogante (= Roma) sea pronto desarraigado en nuestros días y que los
Nazoreos y los minim perezcan en un instante y sean borrados del libro de la
vida y que no sean inscriptos con los justos. Bendito eres tú, ¡Oh Señor! Que
humillas al arrogante"[22].
Dado que esta "bendición" pertenecía al ritual de la sinagoga, un judío que
creyese en Cristo, o se maldecía a sí mismo al recitarla o admitía públicamente
su nueva creencia, negándose a pronunciar tal maldición sobre su propia cabeza,
los cual equivalía a romper con el judaísmo.
En torno al 90, cuando el Rabbí Gamaliel IIº presidía la asamblea de Jamnia, la
excomunión formal pasó a ser usual como arma contra los disidentes[23].
Hay indicios bastante claros de que Juan hace un llamado a estos judíos que
creyeron en Cristo y que se encontraban perplejos entre su fe y el natural deseo
de no desertar del judaísmo. Veamos algunos ejemplos:
- El énfasis de Jesús como Mesías (especialmente en 20,31, donde se expone el
fin especial de este evangelio: "Esto fue escrito para que creáis que Jesús es
el Cristo, el Hijo de Dios").
- El evangelio está destinado a fortalecer una confesión de fe que pasaba por un
momento crucial. Fe que era elemento clave para permanecer o no en la sinagoga.
- El tema de Jesús enfrentando las fiestas judías, sería una voz de aliento para
aquellos judíos que precisamente debían abandonar la práctica sinagogal de
dichas celebraciones.
Podemos contar tres ocasiones específicas en que Juan menciona la excomunión de
la sinagoga:
- 9,22: Los padres del ciego de nacimiento, temerosos de "los judíos", pues
tramaban expulsar de la sinagoga a quien creyera en Jesús.
- 12,42: Dirigentes judíos que creen en Jesús, pero tienen miedo de ser
expulsados. El v. 48 trae un sarcasmo al respecto: preferían la gloria de los
hombres a la de Dios.
- 16,2: "Os excluirán de las sinagogas".
En 19,38 José de Arimatea es puesto en evidencia como un ejemplo de alguien que
superó esta situación de cierto peligro frente a la jerarquía, pidiendo a Pilato
el cuerpo de Jesús.
Es también ejemplar, -en ese contexto-, la valentía del ciego de nacimiento:
cree a pesar de haber sido alejado de la sinagoga.
22 - En: C. K. Barreto, The New Testament background - Selected Documents, New
Cork - 1961 - 167.
23 - Tales datos tendrán importancia para fechar el Cuarto Evangelio.
Contra heréticos cristianos?
Al analizar el evangelio de Juan algunos piensan que el evangelista estaría
intentando desarticular algunas de las herejías que se habían producido en esos
primeros tiempos, como la de Cerinto, gnóstico del Asia menor.
Sólo conocemos a Cerinto a través de Ireneo, del siglo II. Aquel afirmaba que
Jesús era hijo de José y que Cristo era un eón celestial descendido en Jesús al
momento de su bautismo, abandonándolo al morir en la cruz.
Realmente poco hay en el evangelio que refute tal doctrina. Quizás hay que ver
una oposición a teorías gnósticas en la I de Juan, con su insistencia en la
encarnación como santo y seña del verdadero cristiano. Tal vez lo que Irineo nos
quiere decir es que, en el conjunto de la literatura joanea, había un interés
por desenmascarar a Cerinto. Pero las herejías se produjeron al no comprender o
mal interpretar temas teológicos muy complejos o también por el intento de
algunas corrientes de compatibilizar doctrinas orientalistas con la realidad de
Jesús.
Otros ven una oposición al docetismo. No se trataría de una herejía, sino, más
bien de un rasgo común a varias de ellas: la renuencia a considerar lo humano y
carnal en Jesucristo, por fuerte influjo del pensamiento platónico.
Contra esto se afirmaría ciertamente en el evangelio: "El Verbo se hizo carne"
(1,14).
La imagen eucarística de Juan (cap. 6: comer la carne, beber la sangre) puede
ser vista como contenedor de una tendencia antidocetista. En efecto, sabemos por
Ignacio de Antioquia[24] que las docetas descuidaban también la Eucaristía. De
esta finalidad no cabe duda en la Ira carta de Juan.
Como conclusión podemos decir que ninguna de las sugerencias, -según las cuales
Juan habría tenido en vista alguna herejía-, ofrecen puntos de apoyo en la obra
y estarían exentas de dudas como para ser admitidas perentoriamente.
24 - Ignacio de Antioquia, Ad sayrnaeos, VII, I.
Gentilidad y universalismo
Juan nos dice: el verbo es luz para todo hombre (1,9).
Quita los pecados del mundo (1,29); vino a salvar al mundo (3,17) y con el fin
de atraer a si a todo hombre (12,33).
Ténganse en cuenta además las explícitas referencias a los gentiles:
- 7,35: (Dicho puesto con ironía joanea, en boca de los incrédulos, o sea; lo
que para los adversarios es una burla es en realidad la verdad pensada desde el
principio por Dios): "¿Irá a la diáspora a enseñar a los griegos?".
- 12,20–21: los griegos buscan a Jesús.
- 10,16: Otras ovejas, no pertenecientes a este redil. Pasaje que ha de ser
iluminado por 11,52: Cristo debía morir, no sólo por la nación, sino para reunir
a los hijos de Dios, que estaban dispersos. Quizás allí hemos de ir un paso más
allá comprendiendo que toda la humanidad es hija de Dios.
- 4,38: La mies es mucha en Samaría.
- 4,42: Los samaritanos saludan a Jesús como Salvador del mundo.
Como vemos Juan desborda teología y va un paso más allá, como un águila
alcanzando alturas y a la vez profundidades imprescindibles para la comprensión
de Jesús, y por lo tanto del Verbo. Su tarea trascendental, su divinidad, y su
universalidad. La gracia, la gratuidad, el amor, la misericordia y el perdón de
Dios para toda la Creación.